Cala de Moragues. Andratx.
Las URBANIZACIONES FANTASMA se extienden por todo el litoral. Sólo en el mediterráneo hay medio millón de casas sin vender.
La propuesta de esta semana consiste en escribir "algo" que suceda en un lugar así.
Por ejemplo:
¿Quién no llegó a vivir allí?
Ésta de Cala de Moragues en Andratx es un mirador al mar pero qué se ve dentro de estas ruinas modernas si miramos desde él.
¿Se retomará la construcción o sus balcones se precipitarán al agua?
Más información:
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/costa/cementerio/hormigon/elpepisoc/20090727elpepisoc_1/Tes
Marea alta
Marta Aparicio
Dos veces al día, durante toda mi vida, he visto esa casa y siempre me ha dado pena. Pena por la vida que no se hace en ella, por las fiestas que no manchan sus paredes, por los niños que no corren por sus pasillos, pero sobre todo, pena por el daño inútil que le han hecho a la roca, por el cemento que se acercó demasiado a la orilla, por el precio de sus vistas.
Una vez, cuando yo era alta, alguien tragó agua. Tragó tanta agua que pensó que nunca más volvería a tener sed, pero lograron sacármelo. Me alegré por él, pero cuando me di cuenta de quién era, cuando supe que él era el constructor que había hecho esa casa, me juré que un día me lo llevaría mar adentro. De momento todavía no he tenido la oportunidad, pero él viene mucho por aquí, así que un día que esté despistado en su maravilloso yate, quizás le hago una visita repentina. Y es que, a veces, en estas tierras, las mareas altas somos muy traicioneras…
Corazón de Aurora.
Dori Valero
Desde la playa se veía el envejecido esqueleto de hormigón recubierto de una fina piel de polvo y algunos matorrales ganándole espacio a la avanzadilla de ladrillos. Los años habían hecho mella en sus ajados huesos: una fractura por aquí, una escoliosis por allá los habían convertido en un artrítico armazón que esperaba calladamente su final. Del lujoso ropaje de cristal y acero que debía cubrirla solamente quedaban unas cortinas raídas por el tiempo que ondeaban desafiantes y provocadoras con cualquier pequeña brisa, olvidando que eran los deshechos de un tiempo mejor.
Las mujeres del lugar contaban la historia de aquel fantasmal edificio cuando remendaban las redes de pesca al pie del acantilado. La historia había sido contada tantas veces que tal vez la verdad quedara ya a mucha distancia e incluso completamente desdibujada.
Él llegó primero y la trajo para que viera como el amanecer teñía de rojos la mar. Ella se enamoró de los suaves escarlatas y los intensos púrpuras que jugueteaban con la anaranjada espuma que moría en la orilla de la playa mientras la pared añil era rasgada por refulgentes cuchillos hasta que el sol tomaba posesión de su imperio. Entonces, él decidió construirle un fortín donde guardar su amor. Pero la pasión es libre, no puede encerrarse porque si se cerca se marchita y muere.
El trabajo de él lo mantenía lejos durante largas temporadas y el hermoso amanecer no conseguía saciar las ganas de escapar de aquella suntuosa jaula que él había edificado a su alrededor. No hablaba con nadie, ni siquiera con la mujer que iba a hacer las tareas del hogar. Durante todo el día vagaba silenciosamente por toda la casa como si buscara algo.
Un día los hombres del pueblo salieron a faenar, pero no trajeron ni un pez. Al día siguiente, las redes también volvieron vacías. Después de una semana nadie podía explicar el motivo por el cual las barcas volvían vacías. Ese mismo día él regresó. Traía en las manos todo un mundo. La mujer que trabajaba en la casa dijo que había, al menos, dos collares de diamantes, un número indeterminado de vestidos cosidos con las telas más ricas que jamás había visto. Como en cada regreso, él recorrió la casa llamándola. “Cariño”. “Amor mío”. “¿Dónde se ha escondido mi palomita?”. “Cielo, tu cariñín ha llegado”. Pero no la halló. Había desaparecido. No la encontró. Todo estaba en su sitio, no se había llevado nada. Le preguntó a la mujer del pueblo si la había visto. Ella confirmó que aquella mañana la había visto por aquí y por allá mientras hacía la tarea, como todos los días. Él avisó al cuartel de policía del pueblo para que la buscaran. La población al completo se echó a la calle escudriñando cada esquina. En el monte levantaron cada una de las piedras y examinaron cada agujero, matorral y barranco. Nada.
La desesperación se abrió paso tras la angustia y, finalmente, un terror paralizador le embargó cuando las tareas de búsqueda se suspendieron.
Se encerró en la fortaleza que había construido para proteger su mayor fortuna. El alcohol mitigaba su dolor y aturdía su mente buscando recordar a su bella palomita que un día había resuelto volar y escapar ¿a dónde? Deambulaba por la casa silenciosamente.
Un amanecer de rojo intenso la vio. Estaba delante de él, justo antes de la pared añil a la que todavía no se le había abierto ninguna cicatriz. Un paso, luego otro, uno más y conseguiría alcanzarla. En una mano una copa, la otra extendida hacia ella, pero… ¿consiguió atraparla?
A la mañana siguiente, unos pescadores que regresaban de faenar, con las barcas llenas, por primera vez, desde hacía semanas, encontraron su cuerpo en la playa. A su lado, el cuerpo de una mujer.
El pueblo decidió cerrar la casa del acantilado y nadie volvió a habitarla. Pero algunos lugareños aseguran que durante el amanecer se podía ver a una mujer pasando quedamente por la desvencijada morada.
Ruinas. Crónica en rosa
Verónica Segoviano
Con ayuda de un pincho buscaba entre las basuras algo que plantar esa noche en su recién estrenada mesa de dos patas. De día jalaba fuera de casa como un empleado cualquiera. Un gato raquítico y desmochado, esperaba paciente el final de sus pesquisas. El orden natural no se subvierte así como así.
Lo bueno de pertenecer a una sociedad sobrealimentada es que abastece bien los cubos de desperdicios. Incluso el clima era respetuoso con todo quisqui, por estas latitudes no había osos ni jabalíes ni otras especies de mayor calibre a las que temer.
La bolsa se iba hinchando poco a poco. Un bote de melocotón en almíbar caducado, unas lonchas de pan de molde a salvo en una bolsa de plástico y medio pollo asado que, tras una inspección de trompa, envolvió en una propaganda de un centro de estudios. ¿Formarse? Ni siquiera con los nuevos módulos sobre sostenibilidad se consigue una vida mejor. Un chavea de ahora, con toda su enseñanza obligatoria bajo el brazo, no sabría buscarse la vida como lo hacía él. Todos los gobiernos son en ese punto de cambio profundo más o menos del mismo pelaje. Invierten poco en educación, menos aún en investigación y no se plantean un estudio profundo de las necesidades de flexibilidad del tejido laboral y profesional del país. Son más importantes las satisfacciones pecuniarias que las personales. Eso decía con mucha razón un artículo que había leído hace días en un periódico atrasado. Un brick de zumo de piña completó el menú guapo que llevarse al delco.
La Pruden y él habían encontrado cobijo por la jeró en aquel esqueleto de dúplex soleado y ventilado, con garaje, a prueba de sismos y a salvo de las constantes averías de la domótica. No era la vida que se les suponía, lo suyo más bien era ser inquilinos habituales del tanque de la lejía, el talego para que nos entendamos, pero contra pronóstico disfrutaban de más espacio y mejores vistas. Desde lo del big bang de la burbuja inmobiliaria muchos como ellos tenían acceso a la vivienda, tanto daba si era de protección oficial o de libre adquisición. Durante un tiempo hubo un lechuzo vigilando la construcción las veinticuatro horas, pero los calés hacía tiempo que volaron a otros paraísos y el único enemigo a la vista en su nueva casa pertenecía al mundo animal. Cucarachas, ratas, algún que otro insecto, perros y gatos eran sus únicos vecinos, si exceptuamos a una familia de chainatauns a los que La Madam había chapao el restaurán por servir comida chunga.
La Pruden era una ja con un puntito de chipichusca, en cuyo pasado se abstuvo de indagar demasiado, no fuera que le tocase desempolvar el suyo. Había cumplido la yeyé en el maco, por su afición a birlar en unos grandes almacenes, el Chinazo Guiri en concreto. Le convenía. No era una maría ni una maruja ni una planera, no tenía maromo conocido, vamos que iba en taxi, y estaba como él en la lucha. Aún tenía buenas magras y a él todavía le quedaban trazas del menda que fue, así que le daban con gusto al quile. Más en verano por aquello del frío y la higiene, pero sin estridencias. Eso se quedaba para los jóvenes, que tienen mejor las coyunturas. Ninguno tenía descendencia conocida colgando del árbol genealógico. Un alivio según como se mire, porque también era triste vivir sin cartas a los Reyes, las únicas a las que en su nómada condición podían aspirar.
Para cuando ocaseara, la Pruden ya habría apilado la mezcla de papeles, cartones y leña en el bidón de Repsol para pasar una velada decente frente al fuego. Cedió su puesto al minino y se alejó silbando por rumbas. Se palpó el bolsillo. En él descansaba un pinto colorao, chatarra de la buena para el dedo anular de su hurí. Se pondría el terno y los calcos nuevos que había pillado a los Tanos, siempre le había gustado maquearse bien. Cenarían como señores y se marcarían unos meneos remember al ritmo de los oldies goldies de la vieja casete rescatada de un vertedero cercano. La ocasión lo merecía, hacía un año que se camelaron. A sus pies una magnífica cala, un mar amable y el regalo de una luna redonda. Un escenario cuyo único borrón era el impacto visual del fósil de cemento que era su hogar, una imponente ruina gris con una ligera inclinación hacia el vacío.
UN HOTEL COLGADO AL MAR
Maribel D`Amato
Hace ya cuatro años o mas, un vecino de Andraxt poseía, en una
escarpada montaña junto al mar, un ternenito de xmi metros cuadrados.
Sus antepasados lo habían adquirido a un precio módico de los de
entonces, para que sus veinte ovejas pacieran alegremente junto a ese
bello paisaje de mar- montaña aún repleta de comida verde con la que
saciarse.
Pero el tiempo pasa deprisa y los antepasados y sus preciadas bestias
pasaron a mejor vida. La siguiente generación vendió las ovejas -
hijas a otros pastores de la zona y con las ganancias montaron un
chiringuito a pie de playa que , durante los tres meses estivales les
proporcionaba los beneficios suficientes como para pasar el resto del
año e incluso regalarse algún que otro día en tierra firme disfrutando
del bullicio, la polución y algunas comprillas.
Y así, en este ambiente de bonanza , dicha generación cambió el
barracón por un restaurante en el mismo lugar pero diseñado por un
discípulo de un importantísimo arquitecto de Madrid que colgaba en las
paredes de su despacho infinidad de marcos rellenos de masters.El
éxito fue espectacular. Los famosos mas famosos de entre los que
dedicaban su vida a algo serio, se sentaban a la mesa para degustar
los mas variados productos de la isla entre los que se encontraban los
mejores mariscos y una gran variedad de pescados. Los sucesores de
"Cabras por el monte SL" ante la abrumadora cantidad de reservas en su
restaurante, tuvieron que ampliar la temporada hasta finales de
octubre.
Mar, que así se llamaba la mujer del sucesor,entre temporada y
temporada, concibió tres niños esplendidos pero que, cada vez mas, le
impedían volar a la península para elegir su vestuario invernal.
Primero,porque, al ser tan coneja, usaba en invierno los premamas del
año anterior. Segundo, porque de Noviembre a Enero su único paseo era
el que le permitían sus constantes vómitos, o sea, del comedor o de la
cocina al lavabo y viceversa.De febrero a Junio se ponía en marcha
para que a la apertura del local, todo estuviese a punto y en marcha
ya que en Julio de cada verano, durante tres seguidos, tenía visita
obligada en una clínica privada de Palma de reputación impecable.
El restaurante, con Mar o sin ella,funcionaba a las mil maravillas.
Los famosos se multiplicaban. Famosos nacionales, europeos, americanos
y algunos del resto de continentes. Famosos de los serios, de los
menos serios y de los que vendían mentiras diversas con tal de ver su
nombre plasmado en el papel couche, o su cara en la pequeña pantalla.
Así pues, ellos también vendieron su bienestar de antaño y, esta vez,
contrataron al arquitecto de los miles de masters para que decorara la
sucursal del antiguo chiringuito en una de las calles mas concurridas
y de mas glamour de Palma. Y fue de esa manera como hipotecaron sus
escapadas a ciudades donde no estaban continuamente rodeados de agua
salada, sus vacaciones e incluso sus fines de semana. Y el marido
pasaba dieciocho horas seguidas cuidando el pan de sus hijos, mientras
Mar dedicaba otras tantas a esas tres fieras estupendas, jurando por
Velcebú que todos ellos destinarían unos años a los estudios para
luego dedicar el resto de sus días a un trabajo que solo les .ocupara
entre siete y ocho horas diarias.
Todo se cumplió según sus designios.El mayor dedico su tiempo a la
medicina rural en un pequeño pueblo del interior de Castilla.Ahora las
ovejas se las regalan ya peladas y dispuestas para ser cocinadas. Y
vive feliz y sin complicaciones. El segundo se dedico a la abogacía y
ahora es el director de uno de los grandes bufetes de Sevilla. Trabaja
lo justo y lo mas lucido. Lo demás para el resto de letrados. Su lema:
"Mínimo esfuerzo con máximo rendimiento."
El tercero estudió lo justo, pero un buen día se afilió en el partido
y su carrera en el Ayuntamiento de Andraxt iba mejorando por
momentos. Alguacil, auxiliar administrativo, asesor, secretario,
concejal y alcalde. En cada uno de estos cargos que desempeñó con
ahínco, se dio cuenta de lo mucho que podía hacer por el pueblo y de
lo que podía beneficiar a los ciudadanos y, sobre todo a su bolsillo.Y
se empecinó en encontrar una empresa constructora - promotora y que
además dominasen el mundo de la hostelería, a los que vender a precio
exhuberante los xmiles de metros donde pacieron las ovejas de sus
antepasados y que a regañadientes heredó a la muerte de sus padres
Publicó en los diarios de mas tirada y mejor divulgación el anuncio
siguiente." SE VENDEN MUCHOS METROS CUADRADOS UBICADOS EN EL MEJOR
ENCLAVE DE MALLORCA PARA CONSTRUIR Y EXPLOTAR UN HOTEL DE LUJO
COLGADO AL MAR".
En cuestión de no mas de seis meses el benjamin de "Cabras por el
Monte SL" ingresó en su cuenta corriente tal cantidad de "pasta gansa"
que le hubiese permitido vivir de rentas durante los años que le
quedasen de vida terrenal y aún le hubiera sobrado lo suficiente como
para comprar un ático con vistas en un trozo de cielo al lado del de
algún importante arcangel.
Pero, el sillón político se pega al final de la espalda y acaba
llevandolo a Madrid como Ministro de Obras Públicas y de Costas Cerca
del Mar.
Mientras tanto en los terrenos de la antigua propiedad del Ministro,
unos constructores-promotores y entendidos en hostelería,levantaron
los cimientos de lo que iba a ser el mejor hotel de lujo colgado al
mar.Y cuando ya la estructura del mismo estaba casi acabada, en las
oficinas de la promotora recibieron una notificación del Ministerio de
Obras Públicas y de Costas Cerca del Mar que rezaba así:
Excmo e Ilumo Sr D. Fulano de Tal y Cual
Carrera de Sa Apapucio nº x
Miniterio de OP y CCM
M A D R I D
Madrid a fecha de hoy del año en curso
Muy Sres nuestros:
Habiéndonos enterado de la
inminente construcción de un Hotel de lujo en la locaalidad de Adraxt
y junto a una bellisima cala a muy pocos metros del mar, le
comunicamos que van a tener que dar por finalizada su construcción
porque no se si sabran Uds que esto se lo prohibe una Ley de hace ya
tiempo en la que dice que no se podran elevar ni apartamentos, ni
chalets, ni hoteles, ni nada que lleve ladrillos, si no es a la
distancia que marca la misma.
Sentimos tener que ser drásticos
en esto, pero si no paraliza las obras en un plazo máximo de tres
horas el Ministerio se verá obligado a clausurarlas con la
consiguiente multa de aupa.
Sin otro particular y en espera
de que despida Ud a sus obreros antes de que termine la jornada,le
saluda muy atentamente
EL
excmo e Ilmo Ministro de OP Y CCM
Fdo
Yo, el Ministro.
PD: Escuche, entre Ud y yo, ¿Quien fue el caradura que le vendió esas
tierras sin alertarle de ese pequeño detalle?. Un especulador, seguro.
¡ Si yo me lo echase a la cara iba a ver ese sinverguenza! Y con todo
el dinerito que su empresa le dió a buen recaudo. El mundo esta lleno
de pícaros y Uds han caído en manos de uno de ellos.Y, conste que a mi
me disgustan mucho estas cosas,pero, ¡comprenda!, yo nada puedo
hacer.Pertenezco al poder ejecutivo y como tal cumplo con mi misión. Y
Uds esten atentos para proximas operaciones de ese tipo pues ya han
visto la cantidad de desaprensivos que circulan por ahí.
MATAR UN RUISEÑOR
Enric Serra Prades
Hubo espacios que no exploramos, pero que permanecemos en ellos, eternamente.
La pandilla la formaban Miquel, que era el mayor y el que más mandaba, Maria, Roger, Tob, el pequeño y orondo Pau, siempre quedándose a la zaga, y, aunque el recuerdo me falla, creo recordar que había un amigo invisible, que se ha disuelto en las tinieblas, junto a Buba, nuestro ordenador portátil, y mascota torpe y bonachona, que yace descuartizada en alguno de nuestros cuartos trasteros.
Jugábamos en un pequeño suburbio de una ciudad satélite. Era un barrio tranquilo, con nuestra calle favorita, donde había un kiosko, una panadería, una auto-escuela, un tanatorio, otro kiosko, una peluquería, una pequeña tienda de ultramarinos, y poco más.
En verano, nuestro campo de acción se agrandaba, cuando nuestros padres nos permitían coger las bicicletas.
Dado que los padres de Maria eran los más flexibles , empáticos y persuasivos, pronto aquel verano pudimos recorrer otros barrios desconocidos, traspasar la urbe y por los caminos flanqueados por prados, penetrar por bosquecillos en busca de madrigueras, y más allá, subir por veredas costaneras hacia los primeros picachos, desde donde ya se podía contemplar , tras localizar bellos miradores, todo el valle, y con los prismáticos, nuestro colegio, con su patio vacío; el centro comercial, donde todos los fines de semana decidíamos por intuición qué película íbamos a ver. Y hasta la casa.
Rodeada por un feraz jardín, la fronda casi no permitía divisar desde la gran puerta herrumbrosa y vallada, el desvencijado caserón, sólo habitado por una familia de fantasmas, según hicimos creer a Pau, un doctor acusado de asesinato y de experimentos ilegales, su mujer , que no se enteraba de la película, y el hijo.
Empezaba a oscurecer, mientras jugábamos en la calle de atrás, la que comunicaba con la puerta falsa. La casa parecía deshabitada, y golpeando el balón contra la puerta grande y destartalada del triste caserón, de repente se abrió una ventana con rejilla y remotas telarañas y entre la oscuridad su rostro surgió a la calle, ante nuestra sorpresa y respingo.
Dejamos de jugar, y él nos dijo con tono amable y sensato que no pegáramos a la puerta, pues arriba, sus hermanos y él practicaban el solemne oficio del espiritismo, y que su madre, psicasténica, estaba melancólica y delicada, pues a su padre, vil y alevoso asesino de niños, no le habían concedido el indulto. Pero que pronto.
Le dijimos que desconocíamos que allí vivieran, garantizándole que no haríamos más ruidos. El hombre cerró la altiva ventana y a su perpetua oscuridad regresó. Hasta la fecha no volvimos a molestar.
Como cada septiembre, llegaba el curso escolar, y nos reuníamos al mediodía del comienzo, para debatir qué apodos y qué defectos tenían los nuevos profesores.
Planeamos nuevos proyectos: misiones secretas, códigos indescifrables, virus informáticos (siempre aconsejados por un vecino más mayor que nosotros), aventuras que nadie sospecharía, y que no voy a desvelar.
Pero al final, siempre acabábamos en las acampadas de los Scouts, descubriendo el país, explorando el cielo en busca de OVNIs , la tierra, en busca de tesoros y gamusinos, divirtiéndonos , cada cual en su rama correspondiente.
Ahora, volviendo la mirada hacia atrás , cuando vivo en una masía apartada y lejana , me pregunto si acaso no hemos salido todavía del milagro.
No he regresado a aquella ciudad desde hace años. Pienso, tal vez equivocadamente, que volver sería un error, que es mejor dejar el recuerdo incólume, porque la memoria ha optado por lo mejor, y lo mejor es recorrer aquellas calles desde esa memoria purificada, sintiendo al rememorar nuestras aventuras, que jamás hubo sufrimiento, que todo sucedió de la manera más hermosa que nunca pude haber imaginado.
Por ello, hoy, al encontrar aquella breve narración, que un día de aquellos, dichoso e imaginativo, compuse, he pensado en vosotros, y en todas las aventuras que no olvidaremos, y en todos los rincones donde estuvimos explorando, a la búsqueda de ese espacio donde la magia aún subsiste, como la atmósfera de la casa inhabitada, como la de esas cámaras sepulcrales egipcias, que , aunque no respirado por nuestros pulmones, es el mismo aire que envolvió nuestros sueños de grandeza.
Sigo pensando en la sombra de aquel pobre hombre, que no salía de casa tal vez porque nunca existió, y sólo fue fruto de mi imaginación.
He de confesarlo: ese hombre era yo.
PENÉLOPE
Elena Torrejoncillo
Aquella pareja de vallisoletanos, enamorados del mar, no pudieron resistirse a su atractivo. Marta y Juan, ahorraban durante todo el año para poder permitirse unos días de vacaciones en algún lugar de la costa. Hace cuatro años el lugar escogido fue Andratx, un bello pueblo situado en el sur-oeste de la isla de Mallorca y a tan sólo 30 Kms. de la capital.
Todos los días, cuando salían para acudir a la playa, su vista tropezaba con el irresistible reclamo de una inmobiliaria ubicada frente a su hotel. Allí se anunciaba la próxima construcción de unos apartamentos en “Cala Moragues”, situados literalmente sobre el mar. Era lo más próximo al paraíso que hubieran visto jamás. Sus sueños comenzaron a despertarse…
No les importó hipotecarse nuevamente con tal de poseer aquel nido colgado sobre el mar. Marta, enfermera de profesión, decidió que aumentaría el número de sus “guardías” y Juan, informático en una gran empresa, haría todas las horas extras posibles. Además, pensaron que puesto que lo máximo que iban a poder disfrutarlo sería un mes por año, el resto del tiempo podrían alquilarlo para ayudar a pagar la hipoteca e incluso sacar beneficios. ¿Por qué no hacerlo? ¡Parecía tan fácil! El cuento de “La Lechera” se había instalado en su mente.
Todo iba bien hasta que llegó un momento en que la obra pareció detenerse. Inexplicablemente todo el trabajo que se hacía durante el día parecía derrumbarse durante la noche. Sin signos de violencia, sin rastros de escombros… pero la obra parecía dormida en un punto sin retorno. Era como una Penélope enorme que tejiera y destejiera su quehacer diario, ladrillo tras ladrillo.
Llegados a este punto, los propietarios comenzaron a impacientarse y el promotor a preocuparse seriamente. Reforzó el turno de los vigilantes de seguridad nocturnos, e incluso instaló cámaras de vigilancia para observar qué extraños fenómenos podían desarrollarse allí durante la noche. Dobló el número de obreros para que aceleraran el ritmo de construcción e incluso se planteó contratar a un experto en fenómenos paranormales. Nada resultó eficaz. Todo cuanto trabajo se hacía, desaparecía misteriosamente durante la noche…
Ahora, cuatro años después, Marta y Juan esperan, junto a cincuenta y nueve afectados más el resultado a la demanda interpuesta contra la constructora. Mientras tanto, Marta continua haciendo “guardias dobles” porque la empresa de Juan presentó suspensión de pagos y, de momento, está sin trabajo. Aún no se explican que es lo que pudo fallar en su sueño. Un sueño del que sólo queda una enorme raspa de pescado, hecha de cemento, volcada sobre un mar que guarda celosamente sus secretos.
LA INVERSIÓN
Mar Olmedo
Nunca me gusto especular, no tengo ni idea de como funciona la bolsa, soy malísima en todo lo que se refiere a inversiones.
Pero cosas de la vida, tengo un cuñado, que sí es muy listo, o por lo menos eso es lo que él dice.
Siempre ha tenido dinero, quiero decir "mucho dinero", realmente tampoco sé muy bien a que dedica su tiempo, pero los varios negocios que tiene, parece ser que prosperan sin necesitar mucho de su presencia.
El caso es que un buen día se plantó en casa y con la confianza que le caracteriza,me dijo que ya tenía un buen negocio para mí.
Realmente me quedé asombrada, yo no entiendo de negocios le contesté, rápido para que no siguiera hablando.
Pero él continuó, cómo si no me hubiera oído, según me contaba y después de varias horas conversando, entendí que en Moncófar, se estaba haciendo una promoción de apartamentos preciosos, que al estar en el inicio de la construcción era una ganga el precio y que yo compraría uno.
No me dejó protestar.
No te preocupes, si tú no te lo vas a quedar,verás, te explico: el precio es de ciento cincuenta mil euros, tú das ahora tres mil y lo reservas, cuando vayas a hacer el contrato, das otros tres mil, pero y esto es lo más importante, a la hora de escriturar, se lo pasamos a otro.
¿A otro?, pregunté ¿A quién?
Da igual, a quién sea.
Pues no le veo la ganancia.
Yo te explico, a ese otro, le vendemos el piso por ciento setenta mil, y a ti te dan antes de escriturar la diferencia, es decir puedes ganar casí veinte mil euros, lo entiendes ahora.
Si, pero tú crees, que habrá alguien tan ingenuo o tan desesperado, para hacer algo así.
Se rió de mí, pero si se está haciendo continuamente, es un negocio redondo.
Os imagináis el resto, pues yo, os lo contaré.
La búrbuja inmobiliaria llegó, y no sólo fué que perdí seis mil euros,sino que hace un mes,me avisaron de que tenía que escriturar, tuve que ir al banco, pedir un préstamo, avalarme mis padres y tengo un apartamento en cuarta linea del mar, es decir, que de vez en cuando lo huelo, porque verlo, no se ve.
Lo más triste de todo es que somos tres vecinos, que hay humedades por todos lados, que el promotor ha desaparecido, que no se puede reclamar en ningún sitio. ¿Y mi cuñado?
Mi cuñado se fué de viaje, hace cuatro meses, dejando las empresas con deudas por todos lados.
Así que he aprendido una gran lección, de inversiones nada, nunca, jamás.
URBANIZACIÓN FANTASMA
Carmen Babiloni
Qué contiene ese esqueleto de hormigón y hierro
incrustado en la roca cerca del mar abierto
sus pilares desnudos hablan de la crisis al descubierto
es lugar fantasmagórico, es frío patético.
Quién podrá habitar en semejante paisaje desierto
ni las gaviotas lo rondan, volaron en su asiento
huyeron ante esa imagen desoladora en invierno
o hay un ápice de vida es una ciudad de muertos.
Las grúas, los albañiles, las carretillas
de ese paisaje que morirá y en el mar dejará sus huesos
fruto de ese abandono, los balcones son sólo hueco.
Con el paso de las horas de las estaciones del tiempo
la ciudad fantasma desaparecerá en el mar hondo
de un mar qe se enamoró y espera de ella su regreso.