La acción transcurre en la sala Vip del aeropuerto de Mojave, California; la decoración es esmerada y con firma, hay servicio de bar y restaurante. Una primera peculiaridad: sólo hay una pantalla con una única salida anunciada. Los pasajeros que esperan son turistas espaciales a punto de tomar el vuelo suborbital de la Compañía Virgin Galactic.
Logotipo de la compañía Virgin Galactic en:
http://www.jamaipanese.com/gallery/thumbs/lrg-530-virgin_galactic_logo.jpg
Logotipo de la compañía Virgin Galactic en:
http://www.jamaipanese.com/gallery/thumbs/lrg-530-virgin_galactic_logo.jpg
EL EXPERIMENTO
¿Conocen ustedes este chiste?Están un inglés, una empresaria y un lotero en el interior de un aeropuerto desde el que sólo parte un vuelo: el suborbital de la Compañía Virgin Galactic; cuando, tras varios retrasos anunciados en la única pantalla de la sala, los tres protagonistas entablan conversación sobre diferentes temas relacionados con el vuelo.
Hablan de los posibles fallos, los nervios del despegue, la existencia de extraterrestres, la comida de a bordo... y de ahí, como el retraso se sigue retrasando, comienzan a contarse la forma en que han conseguido ser millonarios.
Yo -comienza el lotero- tenía una pequeña administración en un pueblo aún más pequeño: Sort, en un rincón de los Pirineos. El caso es que tuve la suerte de vender dos años seguidos el premio gordo, razón más que suficiente -y no puede evitar una sonrisa- para que nadie me volviera a comprar lotería en la vida.
Pues aunque no se lo crean, la gente comenzó a venir a mi administración en masa, increíble. Yo, evidentemente, aproveché -como aprovecha cualquier líder religioso-, esa candidez humana para exprimir al máximo mi bruja de los huevos de oro. Ahora, además de lotería, vendo ropa, politonos, chaquetas, gorras, botijos, lingotes, todo con la marca La Bruixa d'Or. ¿Qué les parece?-Increíble -contesta la empresaria- ¿Y ha vuelto a tocar esa lotería suya?-Sí, alguna vez, pero mucho menos de lo probable teniendo en cuenta que vendo casi un tercio de la lotería del país. Por ejemplo, en los dos últimos años na de na, y la gente me sigue comprando.
Pues eso no es nada -contesta la empresaria- yo empecé vendiendo lavadoras y he acabado ofreciendo todo lo contrario, es decir, cosas inútiles. Les explico, un día me cansé de mi trabajo y busque una forma de ganar dinero más rápido. En un principio pensé en timar a los pobres pero, aunque puede tener su gracia, al final no compensa, el negocio es sacarle dinero a los que les sobra.Por ejemplo, me dedico a vender eclipses o viajes como éste a gente como usted -dirigiéndose al lotero, cuya cara no muestra ya ninguna sonrisa-. Lo importante es que el precio se desajuste totalmente con la realidad. Entre mis proyectos futuros están los cubos de la basura bañados en oro o fines de semana en plena montaña para disfrutar del desprendimiento de un alud, con el riesgo que eso supone.
¿Y usted? -le pregunta la empresaria al caballero inglés-¿cómo ha conseguido el dinero suficiente para hacer este viaje?Verá, yo ya hace años que estoy podrido de pasta, tengo todo lo que quiero, hago lo que me da la gana y aún así me aburro. Por eso un día me dije: "Por qué no me divierto un poco con la gente", y desde entonces me dedico, al igual que ustedes, a timar a la gente.
Ambos, lotero y empresaria, se quedan pensativos.
-Y ahora si me disculpan -el caballero en cuestión se dirige a todos los presentes-, "Bueno, vamos a comenzar a embarcar, gracias a todos por participar en este experimento...”
Eloy Moreno.
2 comentarios:
El experimento.
¿Conocen ustedes este chiste?
Están un inglés, una empresaria y un lotero en el interior de un aeropuerto desde el que sólo parte un vuelo: el suborbital de la Compañía Virgin Galactic; cuando, tras varios retrasos anunciados en la única pantalla de la sala, los tres protagonistas entablan conversación sobre diferentes temas relacionados con el vuelo.
Hablan de los posibles fallos, los nervios del despegue, la existencia de extraterrestres, la comida de a bordo... y de ahí, como el retraso se sigue retrasando, comienzan a contarse la forma en que han conseguido ser millonarios.
Yo -comienza el lotero- tenía una pequeña administración en un pueblo aún más pequeño: Sort, en un rincón de los Pirineos. El caso es que tuve la suerte de vender dos años seguidos el premio gordo, razón más que suficiente -y no puede evitar una sonrisa- para que nadie me volviera a comprar lotería en la vida.
Pues aunque no se lo crean, la gente comenzó a venir a mi administración en masa, increíble. Yo, evidentemente, aproveché -como aprovecha cualquier líder religioso-, esa candidez humana para exprimir al máximo mi bruja de los huevos de oro.
Ahora, además de lotería, vendo ropa, politonos, chaquetas, gorras, botijos, lingotes, todo con la marca La Bruixa d'Or. ¿Qué les parece?
-Increíble -contesta la empresaria- ¿Y ha vuelto a tocar esa lotería suya?
-Sí, alguna vez, pero mucho menos de lo probable teniendo en cuenta que vendo casi un tercio de la lotería del país. Por ejemplo, en los dos últimos años na de na, y la gente me sigue comprando.
Pues eso no es nada -contesta la empresaria- yo empecé vendiendo lavadoras y he acabado ofreciendo todo lo contrario, es decir, cosas inútiles. Les explico, un día me cansé de mi trabajo y busque una forma de ganar dinero más rápido. En un principio pensé en timar a los pobres pero, aunque puede tener su gracia, al final no compensa, el negocio es sacarle dinero a los que les sobra.
Por ejemplo, me dedico a vender eclipses o viajes como éste a gente como usted -dirigiéndose al lotero, cuya cara no muestra ya ninguna sonrisa-. Lo importante es que el precio se desajuste totalmente con la realidad. Entre mis proyectos futuros están los cubos de la basura bañados en oro o fines de semana en plena montaña para disfrutar del desprendimiento de un alud, con el riesgo que eso supone.
¿Y usted? -le pregunta la empresaria al caballero inglés-¿cómo ha conseguido el dinero suficiente para hacer este viaje?
Verá, yo ya hace años que estoy podrido de pasta, tengo todo lo que quiero, hago lo que me da la gana y aún así me aburro. Por eso un día me dije: "Por qué no me divierto un poco con la gente", y desde entonces me dedico, al igual que ustedes, a timar a la gente.
Ambos, lotero y empresaria, se quedan pensativos.
-Y ahora si me disculpan -el caballero en cuestión se dirige a todos los presentes-, "Bueno, vamos a comenzar a embarcar, gracias a todos por participar en este experimento...”
Eloy.
Bueno, divertido el relato, pero no creo que les haga ninguna gracia a esta gente que se les trate de timadores. Entiendo que lo que hacen es legal y no se obliga a nadie a comprar loteria.
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