Primavera
de Microrrelatos Indignados
1ª
Jornada de la 2ª Edición
Relatos de Alberto Porta, Petra Dindinger, Carlos Campos Naharros, Pilar Saborit, Ana Crespo, José Ramón Martínez García, Maribel D'Amato, Charo López, Juan Baeza Anguix, Javier García, Rafa Heredero García, Rosa Miró i Pons, LEOpoldo Trillo-Figueroa Igual y Rosario Raro.
Más información en: La colina naranja
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HASTA
QUE EL DINERO NOS SEPARE
Ella fue una mujer de clase media. No poseía una
infinitas riquezas aunque el sistema le hizo creer que sí. Él,
desde luego, jamás llegó a pertenecer a la misma clase pese a que
el poder le convencía de lo contrario. Para ella, el día a día era
un continuo despilfarre donde no había límites: ni tan siquiera en
su arrogancia. Para él, la compra de un bien cuyo valor superaba las
dos cifras suponía un remordimiento del cual no podía despojarse.
Un buen día, ella dejó de tener ingresos; al parecer
no tenía tanto dinero como creía tener. La pobreza la hundió en un
pozo de envidia y falsas apariencias. Ella siguió comprando
caprichos sin pensar cómo los podría pagar mientras él todavía
disfrutaba de aquel bien que tanto sueño le había arrebatado. Ella
no cesó su falsa vida de acaudalada y despilfarraba todo el dinero
que pedía prestado. Aunque a él no le molestaba ayudar a quienes se
lo pedían, era incapaz de pedirle un solo euro a su madre. Ella
perdió ese ático de lujosas vistas. Él jamás se planteó
comprarse uno en sus treinta años de vida. Ella perdió a sus amigos
y familiares a los que había arruinado. Él se prometió no volver a
prestar sus ahorros a nadie más.
Ella se quedó sola y sin nada que llevarse a la boca. Y
él, a pesar de todo, no podía evitar sentirse mal por no acoger a
su hermana entre sus brazos.
Alberto Porta
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4381 pasos
cuatro mil trecientos
ochenta y un pasos después me encontraba al borde del precipicio
aquellos últimos cuarenta y cinco minutos no borraron las azules
luces intermitentes los precintos de las puertas las historias que
guardan las paredes los gritos desesperados la perdida de todo miré al fondo del abismo la vista se perdió entre miles de imágenes
llenas de desesperación cerré los ojos respiré profundamente uno
dos y una mano acarició mi hombro me paré giré la cabeza sus ojos
llorosos llenos de rabia de dolor de ternura de amor me miró
detenidamente tendió su mano sin dejar de observarme nuestros dedos
se entrelazaron susurro no vale la pena no lo hagas y en silencio sin
presente descaminamos juntos los cuatro mil trecientos ochenta y un
pasos
Valentí Piñot
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LAS
TABLAS
Le
enseñaron las tablas, las de multiplicar y las de Moisés. Creció,
vaciló, estudió para acabar siendo político. Porque le gustaba
multiplicar y se reía de los mandamientos que comenzaban ocho veces
con “NO”. Cuando se comprimían los diez, era como dividir. El
resultado era: Amarás
al prójimo como a ti mismo.
Puso en práctica el amarse a si mismo. Convirtió los “NOes” en
“SÍes”, era un cálculo simple, fácil. Los que más le gustaban
eran:
SÍ
ROBARÁS todo lo que puedas y lo llevarás a paraísos fiscales.
SÍ
MATARÁS, e inducirás al suicidio a los desahuciados.
SÍ
CODICIARÁS LOS BIENES AJENOS, vaciarás los bolsillos de los
contribuyentes.
SÍ
DIRÁS FALSOS TESTIMONIOS Y MENTIRAS ante los fiscales y en campañas
electorales.
SÍ
CONSENTIRÁS PENSAMIENTOS O DESEOS IMPUROS con las chicas majas que
trabajan en hoteles o en la oficina.
De
esta manera contribuirás a volcar al país en un estado famélico,
donde los súbditos no tendrán trabajo, harán colas para poder
comer al menos una vez por día hasta agotar existencias. No caíste
en la cuenta de que la anarquía ya estaba al acecho en la siguiente
esquina. Estabas seguro de que no te habías equivocado, porque
sabías multiplicar de maravilla.
Petra
Dindinger
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UN
TRAJE DE NOVIO
- ¡Buen día, Paco!, ¿ya vienes de dar una vuelta por las tierras?—
- Sí, y de atender unos asuntillos pendientes— contestó. — Ahora me voy para casa que ya lo tengo todo claro— subió el pie al pedal y arrancó.
Paco, con su poblada barba castaño-rojiza y su purito medio apagado
entre los labios, casi siempre iba montado en su vieja bicicleta BH
de color azul mediterráneo, con el pequeño azadón atado atrás,
vestido con el pantalón marrón oscuro a la altura de la rodilla,
con esparteñas y una camisa medio desabotonada. No debía de llegar
a los 50 años, aunque pocos sabían su edad exacta, esos preciosos
ojos azules y su buena forma física le daban un aspecto más
juvenil.
Desde la muerte de sus padres las cosas no habían marchado bien:
cosechas pérdidas, deudas y soluciones que no llegaban.
Llegó a casa y le dio la bienvenida la eterna soledad, se duchó, se
puso el traje de novio que su madre le compró y que él no tuvo
oportunidad de estrenar. Apartó la mesa del comedor y encima de ella
colocó de forma ordenada y con etiquetas todos los documentos y
llaves. Abrió la gran puerta que daba al corral desde donde se veía
la terraza colindante.
El grito se oyó en toda la calle, provenía de la casa de los
vecinos de Paco; más gritos, lloros y llamadas de auxilio: —
¡Ayuda, llamar a la Policía!, ¡Paco está penjat,
que se ha ahorcado!
Carlos
Campos Naharro
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¿QUIÉN
DISTRIBUYE LOS RECURSOS?
El hijo de mi amiga tiene
14 años. Era futbolista. Hace un año se inició en el botellón y
los porros. Está en 3º de ESO y no ha aprobado más que Educación
Física. Su comportamiento en casa ha empeorado considerablemente y
mi amiga está asustada, confusa, deprimida ante un hijo que se ha
convertido en un desconocido o peor aún, en un enemigo. Tras hablar
con su tutor, este le ha remitido al psicopedagogo escolar, y este, a
su vez, a un psicólogo externo, ya que en ese instituto hay muchos
niños con problemas y solo un especialista.
- “Lo siento, no hay recursos”.
Ha recurrido al médico
de cabecera, solicitándole que le mande a un psicólogo de la
seguridad social. Como su hijo no ha intentado suicidarse le han dado
cita para dentro de dos meses. “¿Dos meses?”, grita indignada,
“pero si la otra noche se meó encima y no podía articular
palabra. No puedo esperar tanto”.
- “La solución es que vaya a uno particular”.
Aunque le suponga mucho
esfuerzo, lo hará porque su hijo es lo mejor que tiene.
Un hombre avanza por la
acera dando tumbos, borracho, hablando solo, llamando la atención de
todos los viandantes. No es peligroso, se ha sentado en un portal.
Cinco minutos después han llegado 3 coches de la policía y una
furgoneta médica ambulatoria. Entre todos, 9 funcionarios, se lo han
llevado para asistirle.
Muchos recursos para
lavarle la cara a la calle.
Pilar Saborit
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DESAHUCIO
Tiró
las llaves a la basura, de tanto ímpetu que le dió a la bolsa. Se
quedó mirando el contenedor, con la esperanza de verlas aparecer por
la ranura de la tapa. Pero, no, prefirieron mezclarse con los
deshechos y dejarla en la calle. ¡Qué aventura! Seguro que, después
de la discusión que habían tenido, no le iba a contestar ni al
teléfono ni al portero automático. Trepar por los balcones,
imposible con su vértigo. Así que esperó, pacientemente, la
llegada de algún vecino para colarse en el portal. Sentada en las
escaleras, pasó la noche contando las horas que faltaban para que él
saliera hacia su trabajo. Llegó la hora, se abrió la puerta, ello
lo empujo fuera, se coló en casa, cerró la puerta y pasó el
cerrojo. Esta vez no le había mirado a los ojos, ¿sería capaz de
cambiar la cerradura? A fin de cuentas, aunque el director del banco
ya se había instalado, el piso todavía era suyo.
Ana
Crespo
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TENGO UNA ALMOHADA LLENA DE SUEÑOS
TENGO UNA ALMOHADA LLENA DE SUEÑOS
—¡Wow,
Sara!, tu habitación es preciosa. Se nota que tu padre es banquero.
—Sí, es tan
bonita como aburrida. Ojalá pudiese compartirla con una hermana.
—Yo
nunca duermo sola. Mis papás, el chiquitín y yo, compartimos un
dormitorio más pequeño que este. Y como por las noches hace mucho
frío, saco al niño de la cuna para meterlo en mi cama. Mientras
dormimos, me abraza casi con tanta fuerza como yo a él; me encanta.
—Pero,
Luci, una cosa es estar acompañada y la otra es no tener intimidad.
—¡Qué
va! Lo pasamos muy bien. Antes de dormir, siempre acabamos cantando y
contando mil y un chistes. De todas formas, mi mamá dice que nos
mudaremos a otro sitio mejor; y que el traslado será muy divertido.
—No
veo que tiene de divertido una mudanza.
—Solo
podemos llevarnos una maleta. Gana quién más objetos entrañables
consiga reunir dentro de ella en cinco minutos.
—¿Cosas
como fotos y libros? Sería mejor llevarse muebles y camas.
—Mis
papás dicen que recordemos siempre lo que fuimos, porque esto nos
ayudará a no olvidar nuestros sueños; y que conseguirlos, debe de
ser nuestro objetivo en la vida.
—No
sé, todo esto suena muy extraño.
—Pues
mi papá dice que este juego se le ha ocurrido al tuyo. Comenzará
cuando unos empleados del banco, junto con la policía, entren en
casa empujando la puerta.
—Siempre
has sido un poco patosa, creo que perderás.
—Imposible, utilizo mi maleta como
almohada.
José Ramón Martínez
García
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UNO
MENOS, UNA RACIÓN MÁS
Esther
entra en el vestuario, pone la llave en su taquilla, saca la bata
blanca, cierra los ojos y piensa que todo es tan negro como lo que
percibe tras sus pupilas apretadas. No quiere entrar en la consulta.
Se niega a visitar a trece ancianos con enfermedades crónicas que
necesitan medicamentos demasiado caros para sus exiguos bolsillos, ni
a cinco discapacitados con problemas de asistencia. Ni, ni, ni…
En
la última reunión con el “ responsable de sanidad” había
quedado todo bien claro. Su voz sonó en mis oídos como un mazazo.
--
No hay dinero, no hay mediicamentos ni asistencia gratuitos. Los
ancianos que se rasquen el bolsillo. Los discapacitados que los
cuiden sus familiares. Si no pueden, la administración tampoco. Es
lamentable, pero los primeros, ya han vivido lo suyo y los segundos,
la verdad es que para subsistir de ese modo...
--
Pero eso no es justo, es inhumano.
--
Es lo que hay, señores. Uno menos, una ración más
Maribel D'Amato
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ELLA
ELLA
La
mirada perdida, el paso lento, ensimismada en un vaivén de imágenes
y pensamientos, se interroga: “¿cómo se ha producido esta
vertiginosa caída?”. Claro que, tras escuchar los testimonios de
los nuevos indigentes en la cola del dispensario donde se reparte
comida gratuita, ella es afortunada. La tan nombrada crisis la
mantiene sin recursos, con deudas financieras y la salud mermada,
aunque cómo compararse con esa rubia de la fila, que, en compañía
de su madre, arrastra el drama del maltrato y una precaria salud, que
le impide trabajar y la lleva por ventanillas reclamando manutención;
esa madre que, por sus hijos en paro, mantiene la mirada triste en
espera de su ración mensual; la pareja de inmigrantes sin derecho a
asistencia sanitaria, que se lamentan de una enfermedad diagnosticada
y sin tratamiento; el padre de familia, en un limbo legal, con
trabajo no remunerado sin poder acogerse a otra faena o al desempleo.
Y, qué decir de las prostitutas que pasean peleonas por la acera de
enfrente… Escucha: ¡crisis, crisis, crisis! Y para ella carece de
contenido. Cabizbaja, siente la frustración y el fracaso sobre sus
curvados hombros y convierte La Crisis en desaliento y lucha
infructuosa.
Charo
López
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LOS INVASORES DEL MARTES
A
alguien que recorre mil quinientos millones de kilómetros para ver
cómo eres no se le hace esperar. Al menos eso era lo que pensaba
Juan cuando aquellos seres venidos de Saturno entraban cada noche en
su habitación y practicaban con su cuerpo toda serie de
experimentos. Había oído hablar de los visitantes de alcoba y de
experiencias extrasensoriales, pero aquellas confianzas con su
organismo le resultaban algo incómodas, porque a él le costaba
mucho decir que no, así como expresar sus sentimientos a aquellas
criaturas. Todos estos encuentros no dejaban en él más rastro que
unas permanentes ojeras y unas insanas ganas de agradar a todos,
fueran de la galaxia que fueran. Sin embargo, aquel martes por la
mañana recibió la primera visita hostil proveniente de estos mundos
en forma de misiva. Iba a pagar más por el teléfono. Le iban a
cobrar más del recibo de la luz y del agua. La tarifa de internet
pasaba a ser escandalosa. Ese mismo martes, ya por la noche, se
enteró de que le iban a aumentar las horas de trabajo y a reducir el
sueldo. Esto solo significaba la guerra. Era la primera agresión que
sufría de un planeta de su entorno, el suyo propio, pero estaba
preparado para contraatacar y no tenía miedo. No convenció, sin
embargo, este argumento al eficiente subdelegado de gobierno, que
archivó la demanda en nombre del sistema solar sin más trámite.
Con la notificación de este archivo Juan se dio por invadido y
conquistado.
Juan
Baeza Anguix
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Federico se enteró del embarazo de su mujer. Desde entonces, reza todas las noches a Dios para que sean octillizos: si cada uno llega con un pan debajo del brazo, tendrán para algunos días de alimento.
Javier García
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—¿No os habéis enterado? ¡Poned la tele! —el padre entró en
casa dando grandes voces, con una sonrisa de oreja a oreja y su mujer
y su hijo lo miraron extrañados —, ¡el General lo ha conseguido!
Al ver la expresión de
su mujer adivinó que lo tomaba por un loco o un irresponsable.
—Bueno, General, jefe de Estado, Presidente, Rey... Emperador, ¡el
hombre que ha acabado con esta pesadilla puede ser lo que quiera!
Se dirigieron al salón, el niño encendió el televisor y se sentó
en el sofá junto a sus padres. Sonaba la sintonía de las noticias y
luego apareció el locutor, quien con gesto serio y voz engolada leyó
un escueto comunicado:
En el día de hoy, cautivo y desamparado el ejército de parados, han
alcanzado las clases dirigentes sus últimos objetivos económicos.
La crisis ha terminado.
—¡Así se hace!
—exclamaron los padres, y empezaron a aplaudir, el hijo también,
contagiado por la alegría que demostraban, aunque no entendía nada.
—Papá, ¿qué
significa esto?
—Muchas cosas, hijo —le respondió—. Significa que si nos
ponemos enfermos nos van a cuidar los mejores médicos, significa que
nadie va a quitarnos nuestra casa de vacaciones, significa que vas a
poder estudiar sólo con quien como tú puede hacerlo, significa que
eso va a servir para encuentres un trabajo mejor y sigas disfrutando
de tus privilegios sin ninguna queja, significa que...
—Ya, papá, —lo interrumpió su hijo—, pero entonces, ¿qué van a hacer los derrotados?
—Ya, papá, —lo interrumpió su hijo—, pero entonces, ¿qué van a hacer los derrotados?
Rafa Heredero García
Llueve.
El asfalto refleja la hora de la cena. Por fin llega a casa.
Veinticuatro horas de guardia: cinco partos, dos de ellos cesáreas.
Está baldado.
Llega
al rellano. La humilde bombilla de 40 vatios le impide ver la banda
de plástico que cruza la puerta de su casa. No se percata hasta
introducir la llave en la cerradura. ¡Joder! ¡No puedo abrir!
Un
vecino, baja y le explica que esta mañana han estado unos señores
con una orden judicial de embargo. ¡Me cago en la...! ¡Pero...
pero, si esta casa es de mis abuelos.
Iracundo
arranca un papel pegado en la pared y lee: para cualquier duda llamar
al 666666666, Sra. Equis Zeta-Jones. Procuradora. ¡Vaya con el
nombrecito... no me toques los... y encima he de llamar...! !Ring!
¡Riiingg! ¡Riiiiiiiiiiiiinnnnnnnnnnnnnnnnngggggggggggg!. ¿Digamee?.
Perdone que le moleste, pero creo que ha habido un error. ¿Un
eerror?. Perdone que le moleste, pero mi casa no tiene hipoteca.
Puees eentoncees sí quee ha sido un eerror, heemos eestado dudando
si seería la casa dee al lado, son fincas vieejas... la numeeración
no eestá muy clara. Perdone que le moleste, pero... ¿donde voy a
dormir?. Puees váyasee a casa dee un amigo, ¿quée quieere quee lee
diga? ¿no queerra dormir een mi casa?. Perdone que le moleste,
però... ¡Váyase usted a la m-i-e-r-d-a! ¡Click!.
Ha
tomado un taxi hacia un hotel. Al pasar por el Paseo de la Alameda se
ha fijado en un gran montón de cartones vivientes que dormían por
las aceras.
Rosa
Miró i Pons
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CAMBIO
DE AMOR
Esther
tenía una tienda de lencería femenina, esa ropa sedosa, ligera
y normalmente semitransparente que tanto le agrada a las mujeres
ponerse y a la mayoría de los hombres quitársela con los ojos.
Al
bajar las ventas en su tienda y estar cerca la época estival, pensó
ampliar el negocio vendiendo también bañadores y poniendo una
sección outlet. A su amiga Julia, que vivía en una ciudad próxima,
le estaba funcionando.
Se
acercó a su Banco pensando que no le pondrían ningún impedimento
en ampliar su cuenta de crédito para tal fin.
Pero
no fue así. El Director se excusó en que las órdenes del Banco
eran cortar de raíz los créditos y que ahora “el que no metía
no sacaba”
Siendo
una clienta "de toda la vida", que nunca había dejado de
pagar lo que debía, no entendió la negativa y, enfadada, le dijo:
Es injusto que los que habéis hecho las cosas mal seáis vosotros y
los que tengamos que pagarlas seamos nosotros.
Días
después la rueda de la fortuna dio un fuerte frenazo en su casa. Un
gran pellizco en la Bonoloto. El olor de esa “goma quemada” llegó
al Director del Banco que le ofreció el oro y el moro si ingresaba
allí el dinero.
Pero
ella se la debía y, al cerrar su cuenta, le dijo: dile al Banco que
mi “amor” por él se ha acabado, que el “mete-saca” lo haré
en otra entidad y no con una que lo confunde con “joder”.
LEOpoldo
José Trillo-Figueroa Igual
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DONDE LAS TOMAN, LAS DAN
Desde
que jugaba durante mi infancia en su huerto de limoneros y jazmines,
conseguir esta casa era mi sueño. Contrastaba mucho en aquella calle
de procesiones tenebristas que desfilaban bajo los balcones adornados
con colchas de seda. Aquella fachada, en cambio, parecía la portada
de una revista de arquitectura, una obra de Frank Lloyd Wright, por
lo menos.
El
mismo día de mi cuadragésimo cumpleaños colgaron el cartel de Se
vende. Un par de semanas después vi a una pareja que desde una vespa
anotaba el teléfono. Me lancé. Cuando llamé me dijeron que pedían
100 millones de las antiguas pesetas, tal vez las llamaban así en
oposición a las futuras pesetas, unos 600.000 euros.
No
poseía esta cantidad ni siquiera la décima parte pero como persona
bien instruida por los telediarios me decidí a solicitar una
hipoteca. Estábamos en 2013, era el momento ideal. Redacté yo misma
el documento que presenté en el Banco. Cegados por la necesidad en
esos momentos de un cliente como yo, ni ellos ni el notario leyeron
la letra pequeña. En esta decía que el contrato se realizaba a
perpetuidad, concepto tomado de las participaciones preferentes, es
decir, que no tendría que devolverles mi dinero nunca y además que
el abono de las cuotas sería realizado en diferido la misma fecha y
de forma simulada, es decir, jamás.
Desde
aquí, desde mi hamaca, os animo a los demás a hacer lo mismo, las
viviendas de protección oficial, los minipisos y demás soluciones
habitacionales deben reservarse para sus utópicos promotores.
Rosario
Raro
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7 comentarios:
Alberto,Petra, Carlos, Pilar, Ana, José Ramón, Maribel, Charo, Juan, Javier, Rafa, Rosa y Rosario. Acabo de recibir un Whatsap de mi relato "Cambio de amor" diciéndome lo feliz que está junto a los vuestros.Si me lo dice él,no voy a dejar de decíroslo yo. Gracias por acompañarme.
"oeil pour oeil, dent pour dent"... la verdad es que suena muy bien...
Buenos días, Rosario.
Me ha gustado muchísimo tu texto porque concede un momento de venganza hacia el sistema de robo de usura de los bancos, que sabe a gloria. Ojalá fuese posible devolver la bofetada. Ojalá.
Hola Rosario, se me han hecho los dientes largos imaginándome por un momento delante de, por ejemplo, cuatro entidades bancarias y diciéndoles elegantemente: hasta luego cocodrilos. Hola compis. Felicidades a todos y a todas por estar tan indignados e indignadas. Al final, en lugar de la canción protesta marcaremos estilo con la prosa protesta (me encanta).
Que la dulce primavera y ese olor a azahar que ya empieza a acariciar nuestros sentidos no nos impidan seguir con nuestra indignación. Rosa Miró i Pons
Muy buenos los relatos indignados. Esto prospera, cada vez mejor
Muy bueno, Rosario, tu relato, digo. Ya quisiera yo que los bancos firmaran nuestros contratos, y no al revés.
Abrazos
Buen día para estar acompañado en la alambrada. Habrá que ir visitando poco a poco los otros lugares para conocer más detalles.
Un fuerte abrazo.
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