Jueves, 12 de diciembre
19.00 horas
Aula 1116
Facultad de Ciencias Humanas y Sociales
de la Universitat Jaume I
La
voz doble del inconformismo
Amelia
Díaz Benlliure vuelve a la poesía con Tuya
es la voz (Los libros de la
Frontera, Barcelona, 2013). Después de Manual
para entender las distancias
(2011) y de algunas calas sembradas en diversas antologías, la voz
de esta poetisa castellonense toma la palabra para arrancar los
pestillos de la injusticia.
Este segundo
poemario de Amelia Díaz Benlliure es el pago de una deuda a quien le
diera la voz de las palabras, su padre; al que, por cierto, también
dedicó su primer poemario. No es, sin embargo, una elegía, sino que
el poema vive autónomo y se lanza al vacío para proclamar todo
aquello que, desde la palabra, pone en tela de juicio lo que sostiene
la aluminosis de los pilares de la sociedad. Así que el poema se
constituye en altavoz de quien se niega a aceptar las injusticias o
el destino inmerecido de los pueblos y de sus gentes. Se trata, por
tanto, de un camino paralelo que fluye encarando los márgenes de un
mismo río: de una ribera la voz del padre, de la otra la de Amelia
Díaz Benlliure.
Y,
sin embargo, ¿cómo separar el agua única que erosiona cada una de
las márgenes? De la imposibilidad de esta separación que inunda
todo el poemario surge una voz única y doble formada por la «tuya»
(de su padre) cuando escribe «Es tu voz, padre. / Tuya la voz.»
(28); y la de la propia Amelia, en la que también reside él, «mi
tu» (65). Y quizás nuestra voz ¾cómplice
tras la lectura¾
que habrá de tomar el relevo como sugiere José Saramago en
Levantado del suelo.
Tiene mucho del aire cabreado e inconformista del escritor portugués
este Tuya es la voz
de la castellonense; pero aquí lo torrencial se muestra contenido,
destilado, agazapado y dispuesto a saltar como un resorte que,
llegado al tope de su resistencia, cede, estalla y esparce aquello
que retenía a los cuatro vientos.
Por
otra parte, la desolación en la que se crece la voz de Amelia Díaz
en este poemario no llega a naufragar en el desespero, pues se sabe
apuntalada por las palabras de un padre ausente en lo físico, pero
presente en las palabras que le ha transmitido. De ahí que se
invoque la figura paterna con su palabra rescatada y solicitada y
afirme «que nos llegue la esperanza /…/ en su voz» (62). Una
palabra que continuará en los hijos, esos que “son trigo brillando
/ en la apatía de la noche” (55), como escribió en Manual
para entender las distancias. No todo
está perdido mientras la palabra continúe su curso, viene a sugerir
Amelia, y a este mensaje hemos de agarrarnos para dar sentido al yo
en la sociedad, al individuo que se da a los otros, que se funde y se
rebela al mismo tiempo, que se sabe igual a los demás, pero que no
renuncia a mirarse desde el otro lado del espejo para comprender la
estatura de su personaje.
PASQUAL
MAS I USÓ
NOTA DE LA AUTORA
Mi padre me enseñó a
amar la poesía.
Me enseñó a leer, a
luchar por mis sueños, a ayudar a otros a cumplir los suyos, a no
tolerar la injusticia, a repartir, a compartir, a defender al
indefenso. A dar. A darse.
DEDICATORIA DEL LIBRO Tuya es la voz
A quien solo puede ser alcanzado
a través de la poesía.
A quien está a otra distancia.
A mi padre.
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Amelia Díaz Benlliure es además editora en Unaria Ediciones
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