No quiero cogerte y que seas arena. No quiero tus ojos fijos en mis manos de jaula: Los pájaros ya han volado. No quiero tu cabeza echada atrás cuando te levanto.
He arrancado, amor, el cartel de abajo. Ya no se alquila. Ya no puede alquilarse. Aquí quedará la sombra, la tenaza, yo, amor, te llevo, me llevo la dentellada.
Cuando recordé que trajiste la mentira a mi vida. Oh pequeña, pequeña. Qué desacordes resultaban los días en los días en la oficina. Mi espalda contra una de las paredes, los pies contra la de enfrente, haciendo fuerza para que no me aplastaran.
Y las vueltas que tuve que dar por el barrio, todo cerrado, para no pillarte de nuevo.
¿Ahora me dejarás besarte?
Mírate lo que te has hecho.
Has dejado todo perdido.
Dejaste de nuevo el televisor enchufado, te dije que gastaba demasiada luz.
¿Por qué lo hiciste con la llave puesta en la puerta, fuera? Dudé al entrar. ¿Fue eso? Moriste entonces?
Y qué puedo reprocharte.
¿En qué espantalunas te has convertido?
Déjame besarte...
Hay un girasol en tu garganta...
Es... es extraño. Hacía mucho tiempo que no veía algo así. Sólo en la mesita. Terceros jueves de mes, una extraña fecha para cobrar, siempre había pensado que era un admirador, lo reconozco.
Y que una vez me hablaste de ello. De la costumbre de tu hermanastro de dejarte girasoles tallados ante la puerta de tu habitación. Un día desapareció.
Dijiste que ya no sabías nada de él. A ti también te extrañaron los girasoles que te dejaba de regalo aquel hombre, y que nunca sabías cuándo los dejaba allí, si nunca le perdías de vista. No sabes lo que me ofendió eso. Siempre te mostrabas indiferente a cuantos te rodeaban o te follaban o te jodían o se corrían encima tuya.
Pero aquel extraño de los terceros jueves... un día dejó de venir. Tú caíste luego enferma. Dejó de venir hace tanto... y los girasoles... yo te bromeaba: mientras no te regale una de sus orejas...
Tu hermanastro seguía vivo. Alguien sabía más de ti que tú misma. Podría volver adónde tú pasaste los veranos a investigar. Podría dejarlo en manos de la policía. Pero quisiera quedarme con este girasol, es lo único dentro de ti que puedo quedarme. Si lo dejara ahí, echaría raíces hasta tu corazón. Otro captor, para ti y otro motivo para divertirte conmigo.
¿Por qué seguí volviendo un día tras otro?
¿Qué estoy haciendo? Debería irme y olvidarte...
Quedémonos aquí a bailar en silencio, una vez más. Por favor. Una vez más.
He arrancado, amor, el cartel de abajo. Ya no se alquila. Ya no puede alquilarse. Aquí quedará la sombra, la tenaza, yo, amor, te llevo, me llevo la dentellada.
Cuando recordé que trajiste la mentira a mi vida. Oh pequeña, pequeña. Qué desacordes resultaban los días en los días en la oficina. Mi espalda contra una de las paredes, los pies contra la de enfrente, haciendo fuerza para que no me aplastaran.
Y las vueltas que tuve que dar por el barrio, todo cerrado, para no pillarte de nuevo.
¿Ahora me dejarás besarte?
Mírate lo que te has hecho.
Has dejado todo perdido.
Dejaste de nuevo el televisor enchufado, te dije que gastaba demasiada luz.
¿Por qué lo hiciste con la llave puesta en la puerta, fuera? Dudé al entrar. ¿Fue eso? Moriste entonces?
Y qué puedo reprocharte.
¿En qué espantalunas te has convertido?
Déjame besarte...
Hay un girasol en tu garganta...
Es... es extraño. Hacía mucho tiempo que no veía algo así. Sólo en la mesita. Terceros jueves de mes, una extraña fecha para cobrar, siempre había pensado que era un admirador, lo reconozco.
Y que una vez me hablaste de ello. De la costumbre de tu hermanastro de dejarte girasoles tallados ante la puerta de tu habitación. Un día desapareció.
Dijiste que ya no sabías nada de él. A ti también te extrañaron los girasoles que te dejaba de regalo aquel hombre, y que nunca sabías cuándo los dejaba allí, si nunca le perdías de vista. No sabes lo que me ofendió eso. Siempre te mostrabas indiferente a cuantos te rodeaban o te follaban o te jodían o se corrían encima tuya.
Pero aquel extraño de los terceros jueves... un día dejó de venir. Tú caíste luego enferma. Dejó de venir hace tanto... y los girasoles... yo te bromeaba: mientras no te regale una de sus orejas...
Tu hermanastro seguía vivo. Alguien sabía más de ti que tú misma. Podría volver adónde tú pasaste los veranos a investigar. Podría dejarlo en manos de la policía. Pero quisiera quedarme con este girasol, es lo único dentro de ti que puedo quedarme. Si lo dejara ahí, echaría raíces hasta tu corazón. Otro captor, para ti y otro motivo para divertirte conmigo.
¿Por qué seguí volviendo un día tras otro?
¿Qué estoy haciendo? Debería irme y olvidarte...
Quedémonos aquí a bailar en silencio, una vez más. Por favor. Una vez más.
cooooooontinuará (si vosotros queréis, lo escribís :P)
aportación de pablo ;-)
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