Máscara y ofensa

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Buda de Histrión en horario comercial, lamedor de lomo de sapo, lamedor de superficies rugosas, blandas.
La introducción ya está servida.
El enmascarado participa en la ofensa desde su búsqueda culpable hasta su gozo. Pega con tiritas el sujeto dividido y finge que es el himen que le detiene.
El himen que le espera.
El himen que lo acorrala desnudo en un rincón también desnudo con las manos en la cabeza.
Hacer la primera sangre en cualquier duelo es la invitación más honorable para ser abatido. No hay nada tan burdo, torpe y repetido como lo es el desafío como petición de atención. De ser desenmascarado, de ser ofendido (Paralelismo con vocación secante).
El ofendido participa en el enmascaramiento como cópula, como germinación, siendo el ejemplo, de la soledad:
Enmascaraos, necesito ofenderos.
Enmascaraos, que en este giro de vals yo quiero ser el ofendido.
Desenmascaraos, no quiero que el mundo me vea (preparando una nueva máscara)
El desenmascarado u ofensor participa en la búsqueda no asumida de un espejo inclinado que revele ángulos de sí inapercibidos. Moral.
El camino lleva a dos destinos. Deificación y liberación:
Yo soy mi propio dios. Participaré en la ofensa ofreciéndote mi máscara.
No soy libre, sino ya soy libre. Éste es el verdadero camino para convertirse en Dios.
Histrión abandona sereno a su Buda.
El camino de vuelta no ofrece los mismos rincones.

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Mejor ejemplo de pretenciosidad, creo que no puedo daros. No doy para más (de ésa os libráis).
Pretencioso porque me he arrimado a palos que no sé aún manejar con la soltura que debiera. Filosofía, poesía, ensayo. Yo qué sé lo que es. Pero a eso me refería con el escrito del otro día. Pretende ser un ensayo, pero no escribo pensando en que tiene que sonar como un ensayo. Si hubiera sido un relato, no habría pensado en que tenía que sonar como un relato. Simplemente me he soltado. Claro, que está sin corregir, por tanto, esto de momento es tan sólo un esbozo (¿precipitado?). De todos modos está sin desarrollar.

Espero, lo digo serio, que Óscar no se ofenda si se lo dedico. Sus palabras del jueves me llevaron a la reflexión, y de ahí a estas palabras. La autocrítica es tan egoísta como necesaria. Aún así, él es musa, en este caso. O muso.

Aparte, quería hacer una proposición. Hace unos años me encontré con un concurso de relatos que consistía en acabar uno preparado por una escritora que ganó el premio Planeta (se me olvidan los nombres). El relato sí que sé que se llamaba Escaleritas. ¿Sería muy arriesgado hacer algo así dentro del taller? "Competir" es malo si se convierte en tabú, pero de modo natural, el que peor sale parado, es el que más aprende, potencialmente, ¿no?

De todos modos, detesto competir.

Y ahora si no os molesta volveré a mi rinconcito a ser un poco invisible que me incomoda la intemperie. El armario es más calentito.

Nos vemos

Fdo: pableras