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Curso 2016/17

jueves, 28 de enero de 2010

EJERCICIO NÚMERO 15

Alineación al centro

Historias de redes sociales, chats et alii.
Oportunidad, recurso, decepción, cordialidad, desengaño, vivencia, almacenaje, nocturnidad, ser otro, error, fortuna, siglo XXI, bálsamo, global, despiste, excusa, resurrección.
Premisa 1: "Si una cita con ojos ya sale como sale imagínate una a ciegas". (¿?)
Premisa 2: "La ficción debe ser verosímil, la realidad no". The international. Tom Tykwer. USA. 2009.
Imagen: http://www.prometheus.net.au/images/social_networking_sites.jpg 

Con dos dedos de frente

Laura Roullier

Chicaliente19 dice:
lo siento, yo no soy así

Le temblaban los dedos sobre el teclado. Se sentía abochornada, sucia. Recuperó con rapidez los pantalones y los utilizó como trapo para limpiarse las manos. Acto seguido se colocó la bata sobre sus vergüenzas, evitando mirar a la camarita que la acusaba con su gran ojo escrutador.

Chicaliente19 dice:
bye.

Tíobueno_cam_xxx dice:
oye, espera

Se arriesgó a mirar la pantalla. La erección continuaba allí, pero el chico se había subido la bragueta. Dadas las circunstancias, ese gesto constituía toda una declaración de principios.

Tíobueno_cam_xxx dice:
ya no tengo dinero ni para el porno
(Tíobueno_cam_xxx está escribiendo un mensaje...)
hoy me echaron del curro, sabes?

Chicaliente19 dice:
vaya, qué putada, lo siento.

Esperó un momento. Aquello parecía la clásica escena posterior al coito, cuando ambos encienden un cigarro, se despatarran entre las sábanas y comienzan a divagar sobre sus problemas. Dictaminó que el momento de lujuria ya había terminado y no pasaba nada si se ponía a intercambiar desgracias con un desconocido.

Chicaliente19 dice:
pues hoy mi jefe me obligó a despedir a unos empleados.
tres en total.
buenos chavales.

Ahora la sensación que primaba en ella era la de fracaso. Cobarde como la que más, no había sido capaz siquiera de despedirlos a la cara, decantándose por enviarles un e-mail explicatorio -detalladísimo, eso sí-. No sólo había sido un asco de persona en el sentido laboral, sino que también era horrible sentimentalmente. De lo contrario no estaría allí sentada, utilizando un ordenador como intermediario social y excitándose con un puñado de píxeles. Le entraron unas repentinas, dolorosas ganas de llorar.

Tíobueno_cam_xxx dice:
vaya mierda
puta crisis
ya no se puede ni currar en el mcdonals, tío

Cerró el portátil de un golpe. Luego, cuidadosamente, lo abrió de nuevo. Volvió a la página para mayores donde había mantenido esa conversación, esperando con ganas el estar equivocada. Pero no: efectivamente, había entrado en el sub-chat de la zona geográfica de Nules, Castellón. Y allí sólo había un ejemplar de la multinacional de comida rápida. Se llevó las manos aún húmedas a la cara.

-Mierda...




ILUSIONES, VIVENCIAS Y RECUERDOS
Marible D'Amato


El era de Málaga, ella vivía en el norte, cerquita de la playa de la Concha. Los dos jubilados y con tiempo libre. El pasaba horas ante la pantalla conectándose a páginas y páginas de contactos. Solo abandonaba a su computadora por causas mas que justificadas como comprar comida, ir a ver a sus hijos y nietos y poco más. Ella, sin embargo dedicaba sus horas libres a practicar deportes, a visitar amistades, a escribir y también a comprar comida y visitar a sus hijos y nietos. Pero jamás se le había ocurrido meterse en un chat y contactar con nadie.

Pero a los dos jubilados y viudos ambos, la noche se les convertía en soledad. El la ocupaba chateando. Ella, comiendo. Pero viendo que esa afición nocturna no le iba a llevar a nada bueno y aconsejada por un amigo de la familia abandono la nevera por la pantalla y allí fue donde conoció a su malagueño. Se intercambiaron los correos, los datos personales menos comprometidos, luego algunos mas comprometidos, mas tarde se contaron historias de sus vidas, de las vidas de sus hijos e incluso de las cortas vidas de sus nietos y acabaron por darse los números de teléfono y hablar a través del auricular. Ellos eran así, clásicos y anticuados Ellos no entendían de webscams. Posiblemente nacieron demasiado pronto. Pero ha pasado el tiempo y ahí siguen. Todos los días a las veintidós horas descuelgan el teléfono y se cuentan sus cosas. Solo se conocen por una foto enviada por mail. Viven demasiado lejos y sus pensiones no dan para viajes. Quizás coincidan en algún viaje del INSERSO. Se darán un tiempo para pensarlo. Ninguno ha pensado en llegar mas allá. Pero en sus largas noches de soledad, han intercalado sus conversaciones imaginarias con el locutor de la emisora elegida, con sus diez o quince minutos de ilusiones, vivencias y recuerdos.

Vicenta Gallego

Las cartas
No sé que escribir sobre los chats porque nunca he chateado, supongo, porque no he tenido necesidad de utilizarlos y además no tengo conocimiento sobre ellos. Sí lo tengo de oídas, el día que hablabais en clase, que fue muy interesante y alguna cosa más, pero no me da para escribir sobre ellos. Sí puedo escribir sobre otro tipo de formato que nos permite comunicarnos, y que, en definitiva, es de lo que se trata.
Puedo escribir sobre las cartas. Cartas escritas a mano que reflejan el estado de ánimo de quién la escribe. Cartas que se meten en un sobre, donde se puede poner una flor seca, escritas en papel de color o con anagrama, perfumadas, que cuando las recibes te llega algo de la persona que te la envía. Pequeños tesoros que se pueden guardar en una caja, con un lazo, o dejadas en un cajón, esperando que alguien la vuelva a leer. Es difícil hoy en día recibir una carta escrita a mano. Al buzón sólo llegan las cartas del banco y las de facturas.
Me pregunto si todos los correos (ya no son cartas) que nos enviamos podrán resistir el paso del tiempo como lo han resistido las cartas. Dicen que la más antigua es una de amor que tiene más de cuatro mil años escrita en Babilonia. A través de ellas hemos conocido el pensamiento y las circunstancias de muchas personas y con ellas la Historia. Curiosamente estoy leyendo un libro sobre las cartas que madame de Sévigné le enviaba a su hija hace unos trescientos y pico de años, y no puedo evitar establecer un paralelismo entre las dos épocas, o cualquier época pasada. Pienso que seguramente madame de Sévigné estaría encantada con Internet y sus múltiples posibilidades, y que quizás chatearía con su hija varias veces al día, amen de utilizar el teléfono en todas sus versiones, pues tenía necesidad vital de saber cómo se encontraba su hija en todo momento. A nosotros, también nos pasa y lo solucionamos en un segundo ( más o menos). Madame de Sévigné escribía varias cartas al día (de dos o tres páginas), contando todo tipo de detalles y además estaba encantada con el sistema de correos que se creó a mediados del diecisiete, en Francia, y que le parecía el súmmum de la rapidez y eficacia. Cualquiera de nosotros ¿cuántos correos envía al día de media?, ¿os imagináis tener que escribir a mano y con pluma de ave?. Supongo que si la necesidad de comunicación es fuerte, pues cualquier medio es perfecto; se puede salir corriendo. O por ejemplo, la necesidad de Madame Palatine, de quién se conservan unas noventa mil cartas, que se pasaba el día encerrada en su gabinete escribiendo misivas a sus familiares alemanes. Podría ser, también, el ejemplo de quién se pasa el día chateando. Así pues, comunicarnos es una necesidad humana que se repite en todas las épocas. El formato varia con el tiempo y de ello se hace un buen o mal uso.
Un buen uso serían las cartas que se escribian León Tolstói y Mohandas Ghandi, transmitiéndose y forjando el pensamiento de resistencia a la violencia; la no violencia que tanta falta nos hace.

Elena Torrejoncillo

HAIKU
E-mail urgente:
el mundo habla deprisa
¿alguien lo entiende?

Recuerdos de nuestra aldea
Verónica Segoviano (en nombre de un/una internauta anónimo)
Esto es lo que me escribió Cleis allá por enero del 98, justo antes de partir. Como tal lo trascribo y le rindo homenaje. Si quiere reclamar su autoría, no tiene más que silbar.

“Querida gigi:
En Chat la vida transcurre como en cualquier otra aldea: los habitantes viven encerrados en sus casas, cuidan de sus campos y de su ganado y luego, por la noche, se reúnen en el bar para jugar la partida. Su conversación es colectiva e intrascendente y cada cual se suma a ella cuando le place. De vez en cuando, alguna discusión rompe la monotonía, pero los mismos contertulios se encargan de apagarla, más que nada, para que puedan volver a la tranquilidad del juego. Luego, todo sigue igual. Cuando dos chateros han de hacer negocios, nunca los hacen en el bar. Salen y se pasean carretera arriba, carretera abajo. Lo que se dicen entre ellos se lo lleva el viento.
Si con el tiempo, los aldeanos perciben que dos vecinos no se hablan, corre el rumor, pero nunca corre la verdad. Ellos no hablan. En Chat son pocos y conocidos (excepto de vez en cuando, que aparecen algunos turistas perdidos, a los que se saluda cortésmente y se olvida) y saben del riesgo. Se conocen poco, pero se conocen mucho. Así es como pueden aguantar vivir en el chat. Esa es la norma de convivencia en las aldeas.
Pero cuando un chatero airea lo que sólo sabía el viento, alguien debe marchar. Mientras la verdad es rumor la convivencia es posible (al fin y al cabo, todos saben algo de sus vecinos o tienen algo que ocultar), pero cuando aparece escrito en las paredes de la aldea, alguien debe marchar. Y alguien recoge su cachava, antes de que la rompan, y se va. La cachava de alguien, dicen, también es culpable, porque le sirvió de sostén. Pero la cachava de alguien es una buena cachava, la única que tiene y la necesita para andar. Por eso se la llevó.
Besos de alguien y su cachava.”
Déjame que te cuente
Verónica Segoviano
Yo he aspirado el aroma de un chat. Yo he paladeado el gusto agridulce de tantas noches. Yo he contemplado –y colgado si se me apura- en sus paredes, aparentemente desnudas, las más bellas obras. Yo he acariciado con mi piel sus infinitos pliegues, buscando aventuras, renovando mi pobre surtido de sueños como quien hace un nuevo fondo de armario. Yo he oído las más tiernas palabras, pero también las más amargas. Yo llevo el chat en los sentidos, en la mente, en el corazón…
Yo, parte indiscutible de esta caterva de huérfanos que ha generado la modernidad y el progreso, estoy entre los muchos que han caído entre estas redes. Y no sé si debiera. Mi formación y mi perfil sociológico me convierte en un ente marciano en estos universos. Sin embargo aquí estoy. Y, con el tiempo, he descubierto que aquí todos somos extranjeros, que no hay pasaporte que nos diferencie, que somos uno y mil interpretando nuestra propia historia, mientras ingenuos creemos que jugamos al despiste bajo el disfraz de delirantes personajes. Insistimos en escribir el cuento en un intento vano, pueril a fuerza de empujoncitos.
Yo he amado a una mujer en la playa. Ella aún lo recuerda, por más que desde hace meses nuestros contactos sean distantes y ocasionales.
Yo me he sometido a juicio sumarísimo y he pasado más de un tercer grado. Y acabé en una urna, gritando mi asfixia y mi angustia. He besado heridas que no cicatrizaban por primera intención, sin paños calientes, sin apósitos ni suturas posibles, para no hacer oficial el dolor.
Yo he cantado la canción de la luna y he volado en un viejo aeroplano bajo su influjo. He jugado al Mueve-Mueve con un alma sutil, sensible, curiosa, pero también acomodada y perversa.
Yo he plasmado en un modesto cuadrito la escena en la que te lavaba el pelo, mujer esquiva, junto a un río, arropadas ambas por Mozart. Y tú, aprendiz de hombre con disfraz de mujer, hoy guardas en un trastero ese dulce motivo, junto a tantos regalos, algunos de ellos míos, en tanto yo lo contemplo por encima de la pantalla del ordenador en mi pared.
Yo he sido abordada por un bajel pirata, bajo una tormenta anhelando bahías imposibles. Y he terminado varada en puerto.
Yo he aprendido aquí a beber vino y a dejar que mis mejillas se tiñesen de un púrpura encendido, mientras te ofrecía fresas y chocolate.
Yo he descubierto una peculiar zona de mi cuerpo donde la piel es increíblemente suave; inédita hasta que te hice explorador, y que incluso a ti, paciente excursionista, te costó encontrar, por más que en mi ansiedad te diese todas las pistas.
Yo he vivido en tu hayedo de tonos ocres, con mi bañador amarillo. Allí tu me traías todos los domingos noche, flores de nieve cortadas bajo el sol.
Yo he luchado con la memoria contra el olvido. Yo he intentado rescatar tus sueños, esos que nunca recuerdas, velando tu cuerpo por las noches. "Tu insomnio", así me llamabas.
Yo he llenado la soledad sonora con canciones y registros locos y diversos, invocando a la nostalgia para acabar combatiendo la tristeza de mis ojos.
Yo he sido salvaje para ti. Y tú nunca entendiste que bajo mi capa de dureza, que la apariencia curtida y el arrojo escondían una profunda soledad de siglos y un miedo atroz al desamparo y al amor. Porque nuestro primer contacto fue una frase lapidaria y fulgurante: "que ser entronizada, es ser esclavizada".
Yo he jugado al intenso juego de las mentiras en un largo e inútil ascenso hacia la verdad, intentando descifrar el sentido del espacio en blanco entre dos palabras.
Yo he desgranado tímidamente la poesía entre tus manos, ante tus ojos, bajo tu sonrisa tranquila, junto a tu figura desgarbada para acabar despidiéndote siempre con un cómplice "mihi tibi osculi", MTO, como tú preferías abreviarlo, sabiendo y consintiendo en una despedida gramaticalmente incorrecta; sin lugar a duda, su mayor encanto.
Atrapados, enredados entre el descontento, el hastío, el miedo, la ansiedad en este no-espacio que maneja a la perfección los resortes de la ternura, la amistad, la curiosidad, la solidaridad y tantos otros sentimientos. Por eso, es preciso que cortemos estos hilos y nos liberemos de la dependencia y la tiranía. Pero antes de hacerlo, déjame que te cuente amigo, déjame que te cuente amiga, que yo he aspirado el aroma de un chat, que yo he paladeado el gusto agridulce…



¿TIENES SITIO EN TU VIDA PARA UN ESPECTADOR MÁS?
Pura Simón

Eran las tres y media de la madrugada. Los múltiples cafés y coca-colas ingeridos en las casi seis horas que llevaba fijando sus pupilas en los eternos folios, aunque todavía eran armas para mantenerla en pie, ya no eran suficientes para luchar contra el tedio que se apoderaba de ella. -El último cigarro -se dijo, mirando el rebosante cenicero, -y mañana será otro día. No obstante, el desvelo, la soledad de la noche y las misteriosas vidas escondidas tras las iluminadas cortinas, en algunas lejanas viviendas que alcanzaba a ver desde la ventana, le indujeron a adentrarse en un territorio desconocido.

Siempre había pensado que eso era para desesperados y gente que no era capaz de expresar sus sentimientos a cara descubierta, y que ella jamás podría caer en semejante farsa. Sin embargo, aquella noche, quizás engañándose a sí misma y creyendo que sólo pretendía ser un juego en un momento ocioso, se sumergió en las profundidades de su ordenador y se dispuso a dejarse seducir por la palabra sin rostro. La verdad es que casi ocho meses preparando aquella odiosa oposición, recluida en una casa prestada por la familia de su novio, para que tal menester fuera acompañado de la máxima concentración, y relacionándose poco más que con el pakistaní de la tienda de abajo y con el preparador que la visitaba una vez por semana para cantar los temas, era motivo suficiente para abrir una ventana –aunque ésta fuera virtual- y que entrara un poco de aire fresco. Su novio también solía frecuentar la casa de vez en cuando, pero últimamente estos encuentros estaban llegando a convertirse en algo más molesto que otra cosa. Él siempre acababa hablando de lo mismo, de sus planes una vez que aprobara la oposición: la boda. Y lo que a ella en otro momento también pudo ilusionar, ahora le caía como una losa tan pesada como los kilos de papeles y libros que yacían por todos los rincones de la estancia.

-¿Qué clase de tipejos serían aquellos que para ligar o para conocer a alguien tenían que ocultarse y, seguramente, enmascarar o adornar su aspecto y su personalidad? –Se preguntaba mientras iba abriéndose paso en la red. No tardó en verse enzarzada en la lectura de infinitos topicazos con los que la gente intentaba llamar la atención de los cibernautas, y su curiosidad fue en aumento. Bueno, ella sólo quería divertirse un rato y para eso cualquiera podía servir.

Antes de probar suerte, encendió otro cigarrillo y fue hasta la cocina a por una cerveza, como si se dispusiera a abordar a un maromo en la barra de un bar. Todo se sucedió mucho más rápido de lo que hubiera imaginado; tras un par de intentos, obtuvo respuesta de un tal ttt, cuyo reclamo rezaba así: ¿Tienes sitio en tu vida para un espectador más? Un escalofrío recorrió su espina dorsal.

A un primer intercambio de mensajes superfluos siguieron sucesivos encuentros, cada vez más frecuentes e íntimos. Las horas ante los interminables folios ahora transcurrían fantaseando y esperando ansiosamente el momento de conectar con su pibe. Aquellas palabras regaladas desde la otra parte del mundo llegaron a hacerse mucho más cercanas y cómplices que las de su prometido, al que cada vez recibía con más hastío y despedía con más premura. Aquellas letras le invitaron a mirar hacia una nueva vida, le ayudaron a despertar del letargo en el que se hallaba hacía mucho tiempo, le trajeron la ilusión y el brillo a los ojos. Le hicieron mirarse en su propio espejo y darse cuenta de que su existencia entre aquellas cuatro paredes, que la tenían acorralada, sólo tenía un sentido, y éste se encontraba a miles de kilómetros, esperándola en un pequeño velero.

Nada más faltaban seis días para la prometedora oposición la mañana en que abandonó aquella casa para coger un avión rumbo al país del tango y el mate. Una simple nota de despedida sobre los aborrecidos montones de leyes y decretos, y adiós al novio de toda la vida. Adiós al porvenir resuelto. Adiós a una vida encorsetada y previsible. A partir de ahora, todo estaba por escribirse, y, a pesar del hormigueo que atravesaba su estómago y los fantasmas que se arremolinaban en su cabeza, sabía que esta vez debía seguir el dictado de su corazón.




LA INADAPTADA
Mar Olmedo

Es una gran oportunidad para darte a conocer, para imprimir tus ideas. Un espacio visitado por miles de personas que pueden coincidir con tus pensamientos.
Puede ser un recurso, una descarga, como cuando escribes en un folio blanco, con una gran diferencia tienes opiniones y respuestas de personas anónimas, que puede que te comprendan o que se opongan totalmente a lo que dices o escribes.
La decepción puede ser grande, pero es un riesgo que hay que correr, como casi todo en la vida.
Puedes llegar a tener una cordialidad, con otras personas afines y llenar la soledad, el vacío o un desengaño.
La vivencia seguramente será y hay quien asegura que es, un almacenaje de sabiduría. No seré yo quien lo niegue, cuántas personas nocturnas, tienen un esparcimiento tan grande, gracias a teclear, cuántas se ilusionan cuando se ilumina la pantalla y cuando alguien contesta con una frase esperada.
Es tan fácil jugar a ser otro, a disfrazarte de lo que siempre quisiste ser, a desmpeñar un papel fabuloso.
Hasta que por error o fortuna hay una cita con esa persona, para desnudarse el alma y al fin ser quien realmente somos, habrá que aguantar el miedo, le gustaré, me gustará.
Sí es un gran invento, el siglo XXI será recordado, seguramente por la multitud de personas que se han conocido y amado a través del chat. Es un bálsamo pensar que no estás solo, que el ordenador está ahí, esperando que lo enciendas ¡Cuántas sorpresas esperando!
Se ha convertido en algo tan global...abarca a tanta gente, que parece imperdonable, que yo, no lo haya utilizado nunca, quizá sea por pereza o despiste, pero escribo de este tema por lo que me cuentan.
Es una excusa tonta, pero prefiero conocer a las personas de manera algo más "convencional", seguramente en algunos temas, me quedaré algo desfasada, como fuera de lugar ya que muchas palabras utilizadas en la jerga coloquial no me dirán nada.
A lo mejor, algún día casualmente, me adentre en cualquier red social, quizás sea como una nueva resurrección para mí.

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