Ambas variantes en cursiva porque hay controversia con el término -tampoco se acepta micro relato porque un prefijo no puede aparecer por separado-.
En todo caso: ficción breve, minicuento, microcuento, minificción, microficción o cuento brevísimo.
Dos únicas características:
1. Alegre.
2. Su extensión no excederá de siete líneas Times o Arial, 12, márgenes de siempre, etc.
Cada día las bases de los concursos de narrativa son más caprichosas y específicas.
Créditos de la imagen:http://breatheasme.com/
ÁFRICA
Isabel Ubé
Se llama Afrodita pero yo la llamo África. Los dos nombres le van bien porque tiene una belleza exótica, felina.
Cuando nos retamos con la mirada, siempre viajo por el verde mar de sus iris, y cuando la tengo cerca, me llega el aroma salvaje que desprende su cuerpo. Aromas y colores; tonos de jungla, de sabana y de puestas de sol encendidas.
Se acerca sigilosa y admiro su elegante andar almohadillado. Titubeo ante su pose enigmática. No sé si es el momento de acariciarla.
Viaje de ida
La gravedad se había enzarzado con ella desde hacía tiempo. Las arrugas se le amontonaban por debajo de los ojos, pero tal vez por ese mismo hecho ahora su visión era mucho más clara. Colmada de una energía supuestamente inusual para su edad, continuó remando implacable, alzándose por sobre las fieras olas. ¡Ya casi había llegado a su destino! Soltó un remo, se puso de puntillas sobre la balsa y estiró el brazo lo más que pudo. Su dedo índice atravesó la barrera del horizonte. El Sol, en ánimo crepuscular, estalló en carcajadas. Ella lo abrazó, olvidando para siempre la noche y regresando al íntimo calor de su juventud.
Laura Roullier
LUCÍA BAJO LA LLUVIA
José Carlos Grajeda.
Nunca he escuchado peores canciones que las que don Sergio nos hacía cantar los días de lluvia. Afortunadamente, conseguí escabullirme a la hora de siempre.
Cada día salía al patio apresuradamente y me iba hasta nuestro rincón, a un ladito de la valla. Él siempre estaba allí de pie, y yo llegaba, le daba un beso rápido y cogía sus frías manos. Hablábamos brevemente de cosas importantes, que hoy ya no lo son, y luego regresaba satisfecha y feliz.
Pero ese día todo cambió. Nunca olvidaré la sensación de libertad y de fuerza que sentí al ser la única que estaba fuera, con todo ese frío, andando sola bajo la lluvia. Al llegar dije el “te quiero” más extraño de mi vida, entre cálido y ausente, seguido de la mirada más lastimera que he puesto nunca. Él nunca podría saber nada de lo que sentía, nunca podría entender esa sensación, y yo no sería capaz de explicársela.
Hoy sólo me queda aquella energía que la lluvia me trajo, y que desde entonces me ha acompañado siempre, aunque durante años me encuentre rodeada por estas cuatro paredes y fuera ya no esté lloviendo.
El tesoro
Dori Valero
La vieja mecedora la acuna mientras mira caer las hojas del solitario tilo del jardín. Sus retinas le muestran las imágenes vividas aquel verano.
Una pequeña pecosa e introvertida encontró un anillo de plástico con el dibujo de la Langstrump, su compañera imaginaria. Todavía recuerda la excitación del encuentro, el momento en que cogió la cajita de metal donde el abuelo guardaba su tabaco, el trajín que la búsqueda de la tabaquera provocó, luego en la casa. Nunca la encontraron, su tesoro estaba protegido por el viejo árbol que acompañaba sus sueños veraniegos.
SACADO DE LA REALIDAD
Maribel D'Amato
Pura Simón
REENCUENTROAquel andar, como dando saltitos de puntillas, que atisbé desde la ventana aquella mañana, hizo que, tras casi treinta años, mi corazón saltara. Aquel primer amor había perdurado en el recuerdo seguramente más por añoranza de lo que pudo haber sido que por lo que fue. Por la tarde, llamaron a la puerta. Los mismos ojillos de mico del quinceañero que se presentaba ante mí como el nuevo vecino y que me requería la llave del garaje para que su padre pudiera guardar el coche, me hizo estremecer de nuevo. Por la noche, sonó aquella canción con la que inauguramos nuestro amor, no sé si en mi cabeza o en el piso de al lado.
REENCUENTRO
Iba a reencontrarme con Adela, mi mejor amiga de infancia a la que no veía desde entonces. La vida nos separó y habíamos seguido caminos muy diferentes. Yo me mudé de ciudad y llevé una existencia lineal aunque razonablemente feliz. Ella se convirtió en una escritora de éxito .Venía para dar una conferencia. La esperé en el andén. Nada más bajar, me descubrió entre el gentío y nos fundimos en un abrazo por el cual no había pasado el tiempo ni la distancia. ¡Temí que no me reconocieras! musité. ¡Querida, cuando una mirada como la tuya se instala en el alma, es para siempre!
Mar Olmedo
La mano temblorosa acogía la manita diminuta y le estiraba para andar deprisa.
Un grito del niño la sorprendió, en el portal de una casa, aparcada de lado, había una bicicleta preciosa.
El niño con los brazos en alto, se acercó miró a la madre y le sonrió. La alegría fué mutua, sin pensarlo dos veces cogieron el milagro del día y lo llevaron a casa.
La madre pensó que esa sonrisa del niño todo lo arreglaría.
Kaye Saunders
Alegría.
Acabo de encontrar una carta debajo de mi puerta. Es de una amiga del colegio y hace veinticinco años que no sabemos nada la una de la otra a pesar de haberlo intentado infructuosamente en otras ocasiones.¡Qué alegría!
Verónica Segoviano.
Sin novio, los estudios se me habían agotado. Desempolvé mi plan estratégico favorito: improvisemos. De noche me materializaba en los chats como una callada presencia. En los sórdidos pliegues del ciberespacio mantuvimos una extraña relación. Sexo y poesía. Me esmeré para no defraudarle a base de flores recién cortadas. Insistí en carnalizar nuestro amor. En la Barcelona más Decó me esperaba sujetando la pared del Hotel cuajado de lilas. No sé como no estoy loco por ti, pero no lo estoy, me despachó en un ataque de incontinencia ética. Descendí del Parnaso a Vallecas. Volví a enfundarme el traje de fracaso y me cobijé en la acidez estomacal. Ya sólo regalo flores por Sant Jordi. Cibernéticas, por supuesto.
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