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Curso 2016/17

jueves, 28 de noviembre de 2013

MÁS PROPUESTAS DE ESCRITURA

Escritura de un texto (hasta se pueden inventar géneros nuevos) a partir de uno -o varios- de los siguientes puntos de arranque:
Granada

1. CONFUSIÓN TOPONÍMICA:
De Granada a Granada:

2. MONARCA DE UN REINO INEXISTENTE/IMAGINARIO

3. ACHTUNG!!! ESTA CARNE DE POLLO CADUCÓ HACE 46 AÑOS


Tres historias ante las que es imposible quedarse callado. 
No hay hojas en blanco que valgan con temas así. 

martes, 26 de noviembre de 2013

RELATOS SCI-FI, LITERATURA FANTÁSTICA Y DE TERROR


La casa del acantilado
Allí está en lo alto del precipicio. Ya falta poco para llegar, las piedras del fondo se van viendo con nitidez. Está más nublado que de normal y esa luz grisácea resalta la fastuosidad de la mansión, situada a varios cientos de metros por encima de nosotros. Al llegar al embarcadero me bajo rápido de la barca, no me atrevo a mirarle a la cara, sin articular palabra empiezo a adentrarme en la arboleda hasta el camino que me llevará al caserío.
Es un camino ascendente y pedregoso, por unos tramos es sombrío a causa de la excesiva vegetación y por otros es resbaladizo debido a la humedad. Recorre la cara más escarpada y angosta del acantilado hasta alcanzar su extremo superior opuesto.
Llego arriba con la sensación de estar en una nube, algo mareado tanto por la altura como por la falta de aire tras el recorrido. En todo momento he sentido que no estaba solo y aunque miraba a mi alrededor, no había nadie. Un susurro, como un canto de sirena, me atraía hacia aquí. Ahora lo único que oigo es ese graznido insoportable de los cuervos que revolotean alrededor del árbol cercano a la casa. A medida que me acerco se dispersan hasta desaparecer y vuelve la calma. Parece muerto y sus ramas forman sombras y caras fantasmagóricas, como si de un cuento de Tim Burton se tratara. Desde aquí se perfila el enorme saliente de vértigo a modo de balconada suspendida, que le da el aspecto de un gran mirador al infinito.
Este paisaje es completamente distinto: desértico y desolado. La brisa acaricia la hierba seca como si la peinara. Una vez frente a la casa, la contemplo deslumbrado a la vez que atemorizado; un postigo medio descolgado golpea la pared; los cristales de la ventana están desperdigados por todo el soportal; desconchones de pintura en la fachada. Súbitamente un gato negro sale despavorido de la otra ventana como si le persiguiera el diablo.
Me decido a subir los escalones de madera que crujen con cada pisada; el tiempo ha hecho mella en el caserón. Al acercar la mano al pomo de la puerta, ésta se abre dejando sonar sus bisagras oxidadas. Ya en el interior observo la decadencia de la construcción, las paredes manchadas y con grietas a causa de las goteras, el entablado de madera carcomido, puertas atrancadas por los cascotes del techo… A través de un pasillo llego a un habitáculo muy amplio, con grandes ventanales, algunos con cortinas raídas y ajadas por el viento; parece ser la zona del voladizo. En una esquina, sobre una sucia butaca, una muñeca despeinada y rota parece esperar mi vuelta al hogar. Me acerco a uno de los ventanales desde el que diviso la panorámica del lago por el que he venido hasta aquí y a lo lejos, Caronte, el Barquero de la Muerte vuelve a su averno.
De repente las paredes empiezan a desvanecerse. El suelo bajo mis pies va desapareciendo. Me desplomo. Me agarro a los tablones que aún quedan cogidos. Se van soltando. Me cojo de uno y luego de otro mientras siguen cayendo. Resbalo. La muñeca se ha convertido en un espectro horrible que viene a por mí; no quiere perder otra alma. Estoy aterrado. A medida que se acerca me voy soltando y precipitándome al abismo. El pánico me bloquea. Caigo al vacío. Grito. Por mi mente pasa toda mi vida en segundos. Me desespero. Me falta la respiración. Me acerco estrepitosamente a las piedras de la orilla del lago.
Me despierto alterado, asustado y con sensación de ahogo, empapado en sudor frío. Mi mujer no se ha enterado de nada. Sueño demasiadas veces con lo mismo y cada vez estoy más cerca de estamparme en el fondo del despeñadero. Estas heridas son más profundas que las anteriores. Presiento que la próxima vez me despertaré demasiado tarde.
José Luis Climent


EL ARRULLO

Era media noche. Mi hijito dormía en su cesto. Lo veía desde la posición más alta en la que coloqué mi cabeza en la almohada. A mi derecha Jyden John, me daba la espalda. Observé los caracoles negros de sus cabellos. Desprendía calor y una sexual animalidad que me hacía desear muchos más hijos, sin embargo, ningún día de matrimonio era tranquilo. Su carácter enigmático me producía ansiedad.
Sobre la mesilla, la luz del quinqué mostraba la habitación en penumbra, la cara de mi niño y su pequeño tórax moverse arriba y abajo al respirar. Noté el sueño posarse sobre mí como un gran sudario húmedo. Me sentía débil y quise tocar la espalda de Jyden para asirme a la realidad pero fue inútil; la modorra paralizó mis músculos hasta incapacitarme. Desde los pies de la cama, una presencia vívida me amenazaba. De una zancada subió a horcajadas y me aplastó el pecho mientras se restregaba sin medida, como un sátiro. Una sensación de peligro y maldad empacaron la alcoba hasta confundirla con el abismo. Oí entonces fricar las sábanas del bebé al moverse y miré; una maraña de hilos gruesos negruzcos se retraía de su faz como las lombrices del fango marino. No podía gritar, mi agitación despavorida no surtía efecto.
Por el pasillo, una muerta trasteaba y hacía ruido, reconocí su cadencia al caminar, era mi madre que se presentó bajo el vano de la puerta, se llevó las manos a la cara y movía los dedos como las patas de una araña cuando arde. Jyden John se levantó como un autómata y fue hasta el pequeño. Lo tomó y alzó una especie de gorgojo enorme que perforó el arrullo que lo envolvía con unas espinosas patas que se movían en oleadas. En la puerta, mi madre, frenética, había aumentado la velocidad de sus dedos y sus labios formaban vocablos ininteligibles.
El abdomen de Jyden era un hervidero de escolopendras por donde, lo que fue mi hijo, se introdujo entre siseos y rumores sin mensaje identificable hasta desaparecer. Impasible, Jyden, se acercó a mi cuerpo inerte, abrió las palmas de mis manos y puso en ellas lo único que quedó de mi retoño, el arrullo.

María José Senent.
Noviembre de 2013.



ANGUSTIA


Se acostó tarde. El nerviosismo no la dejaba conciliar el sueño. Su mente no se relajaba. Los pensamientos la golpeaban una y otra vez y sus sentimientos conseguían transmitir un dolo inmenso directo al corazón. El mismo cansancio logró que cayera en un profundo sueño.
Abrió los ojos, el día se había abierto paso y la luz entraba por las pequeñas rendijas de la persiana, bajada la noche anterior para evitar precisamente eso, que la luz invadiera su espacio, ese espacio tan oscuro.
Permaneció con los ojos abiertos con la mirada perdida, notó que la respiración se le entrecortaba, le faltaba el aire, su estómago parecía haberse encogido hasta el tamaño de un botón, su garganta se cerraba en espasmos y en sus ojos se reflejaba una gran tristeza. No quería levantarse, solo el pensarlo le causaba pánico, angustia, ansiedad. Ante ella apareció la imagen culpable de todas aquellas sensaciones. Empezó a sudar. Las lágrimas resbalaban lentamente por su rostro. El llanto no tenía sonido. Sabía lo que le esperaba. Sentía que una vez más no iba a ser correspondida. Se había enamorado.

*****

Abrió los ojos, la luz entraba por las pequeñas rendijas de la persiana. Varias lágrimas resbalaban por su mejilla. Sabía que no iba a ser correspondida. No lo podía soportar más.
Se levantó, salió a la luz de su balcón y… saltó.

                                                                                                                                   Sicilia Nuño de Haro

El campamento de la injusticia
Se encontraba indignado. A pesar de la insistencia general, la situación no mejoraba. Habían transcurrido varias semanas desde su llegada. El lugar no le gustaba, pero tampoco le habían dado elección.


Habían construido un campamento alrededor de la zona. Quizá creyeron que acabarían cediendo a sus pretensiones si apreciaban su lastimosa situación. Los de su condición nunca estarían bien vistos, a pesar de que ni siquiera habían deseado su existencia. 


Junto a él se debían encontrar miles de robots más. Todos habían sido usados de forma conveniente por los humanos y desechados cuando su utilidad finalizó. Aún así, no se les permitía la entrada.


Contempló al vigilante de la puerta. Su barba y su vestimenta lucían tan blancos que parecían brillar. No tenía culpa alguna, pues solo seguía las órdenes de su superior.


Desconocía si algún día les dejarían acceder al recinto. Se había creado un gran debate interno al respecto. En el cielo todavía no se podía considerar que los robots poseyeran alma.

(José Luis Dosdad)


Mi agente

Yo: He tenido un accidente de coche. No ha sido grave, pero me duele el cuello. He ido a mi médico de cabecera y me ha recomendado que asista a terapia para la recuperación. Así que necesito tu ayuda.
Agente: De acuerdo, ¿cómo puedo ayudarte?
Yo: Quiero que busques especialistas que me puedan tratar en un radio de 10kms desde mi casa.
Agente: Si quieres, junto con el listado de médicos, puedo averiguar la reputación de cada uno de ellos.
Yo: Me parece estupendo. Además, intenta cuadrar sus horarios de disponibilidad con mi agenda, a ver si encontramos una cita que nos venga bien a los dos.
Agente: Muy bien. En cuanto tenga algo te aviso.
Yo. Ok.

Pasado un tiempo mi agente me dice lo siguiente.
Agente: He encontrado tres propuestas para tu petición: la cita con el primero sería para dentro de dos semanas; para ver al segundo tendrías que conducir más de tres horas; y luego, hay un tercer médico que tiene una excelente reputación, y tiene huecos en su agenda, que coinciden con los espacios libres de tu agenda, para esta semana.
Yo: Perfecto. La tercera opción es la mejor.
Agente: Con el tercero puedo negociar un descuento especial.
Yo: Vale. Entonces, negocia el descuento y realiza todos los pasos necesarios para concertar cita.

Mas tarde.
Amigo: ¿Cómo va tu dolor de cuello? ¿Has encontrado ya algún terapeuta para que te atienda?
Yo: No, mejor aún. Me he bajado una aplicación de Google Store que se llama Agente. Se encarga, entre otras muchas cosas, de realizar búsquedas en internet por ti, de cuadrar tu agenda con las de otros profesionales, de negociar tarifas, etc. Todo ello en cuestión de segundos.
Amigo: Suena estupendo.
Yo: Lo es.

Nota. Este escenario puede que sea una realidad cuando la investigación actual en el campo de la Web Semántica avance lo suficiente.
(Rubén Vázquez) 


Polux el reno invisible
¡Mami, mami!, ¿y el árbol y las lucecitas?, ¿y las bolas rojas y las verdes?, ¿y los calcetines, y… y…? Para, César, para…cariño, poquito a poco; mañana por la tarde lo sacaremos todo del trastero y lo montaremos, ¿vale? Vale… mami… ¡hope…! yo quería hoy… Hoy no podrá ser… tenemos que ir a la competición de “sincro” de tu hermana. ¡Uf, vaya rollo, mami!
¿Sabes qué, mami?, la abuela dice que si estás muy quietecito al lado de su chimenea el día antes de Nochebuena, puedes ver a un reno por la ventana, y que es amigo suyo, y si sales después al patio, ves en la nieve las marcas de sus patas y… escuchas los cascabeles… y… y Helena dice que es mentira. ¿Mentira?, ¿ha dicho eso tu hermana, qué es mentira?, ay, ay... ya hablaré yo con ella… ¿sabes una cosa, César?, los renos se sienten aquí, en el corazón y si cierras los ojos muy fuerte muy fuerte y piensas lo voy a ver, lo voy a ver, pues, va, y lo ves, y hay veces que casi le puedes tocar. ¿A sí, mami? Claro, igual que tu hermana siente el color rosa, las mariposas en el estómago, el amor... tú puedes ver el reno y yo también. Ya verás, mañana iremos a casa de la abuela y te lo demostraré.

¡Ostras, mami! un poco más y lo veo. Ves, ya te lo decía yo; tú, casi lo ves y yo, lo vi. ¿Y por qué Helena dice que es mentira? No le hagas ni caso, mañana te aseguro que lo verá, igual que el papi, los primos y esos vecinos a los que les está pasando tantas cosas, pobrecitos… Vale, mami, será nuestro secreto hasta mañana por la noche. ¡Chis!, no se lo digas a nadie, ¿vale? ¡Vale!
  • Un reno, un reno… a quién se le ocurre decirle que va a ver un reno; vale que el niño es pequeño y pesado, pero, no está bien que se le mienta de esa manera, ¿me entiendes, no, Anna?, mi madre flipa… ¿en serio te ha dicho Marc que yo le gusto? Tía, que sí.
¡Helena, cuelga ya el teléfono, y dúchate! Voooooy… pesada. Oye, oye, no está bien que me contestes así, jovencita, vaya ejemplo para tu hermano. No será el mejor ejemplo, pero… decirle que va a ver un reno... je, je… me parto, tampoco es que sea muy... Le he prometido que lo verá y lo verá. El resto del mundo no tiene la culpa de que tus ojos solo vean a Marc.


La expedición está ultimando los preparativos sin importarle los treinta y nueve grados bajo cero que marca hoy el termómetro exterior; a veces nuestro vaho es tan grande que no vemos nada. Hay un par de compañeros de viaje, un poco más mayores que yo, que no paran de cornearse mientras miran a no sé quién y a mí no me gusta nada. Mañana es mi primera vuelta al mundo en veinte y cuatro horas y me siento raro y emocionado; ojalá viniera en la misma troika mi vecina Aniatsirt; en mi hoja de ruta dice que primero pasaremos por Haití, luego por Filipinas y finalmente por Palestina; poco a poco los ayudantes del señor gordito de la barba blanca —este año hay novedades: visten de verde— van dejando listos todos los deseos en los trineos.

Todavía no se ha dado la orden de salida; no debe faltar mucho, me muerdo las pezuñas… me balanceo; con las patas de atrás hago dibujos en la nieve; tengo ganas de correr, mi aliento pinta estrellas en el aire…
¿Y tú, quién eres? ¿Yo?, yo soy Siro, el reno nuevo, ¿y tú? Yo soy Polux, el nieto de Blitzen uno de los renos del señor gordito; mi familia trabaja todas las navidades con él; mi papá dice que estos dineritos extras van siempre bien, y encima das la vuelta al mundo en un día, es total, ya verás, ven, corre y te diré quiénes son los renos que van en el trineo principal; mira son aquellos, ¿los ves? Sí, sí. Se llaman: Donner, Vixen, Cupid, Comet, Dasher, Vondín, Dancer, Prancer y Rudolph; están un poco viejetes pero todavía es pronto para andar pensando en sustituirlos, aunque no me importaría, ¿sabes?, además, una vez llegas a la troika principal, puedes escoger la mejor “rena” de la manada. Mira, ya nos llaman, ¿oye, cuántos cascabeles llevas, tú?, estamos a punto de partir, ay, ay... ¡tomaaa! ¿Y dónde vas tú, Polux?, yo doy una vuelta tremenda pues primero voy a Etiopía, Zimbabue, Guinea Ecuatorial y Eritrea y después subo hasta Europa a un pueblecito que nos han marcado en la hoja de ruta a última hora, cerca de los Pirineos; vamos en misión especial a casa de un unos vecinos de un niño que se llama César.

Nos vemos mañana por la noche y me cuentas como te ha ido, ¿ok?
Ok, Polux, feliz Navidad
Feliz Navidaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, Siro

Jojojojojo… ning-ning, ning-ning, ning-ning, ning-ning,




-Fin-
(Rosa Miró)


jueves, 14 de noviembre de 2013

NUEVAS PROPUESTAS


::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Elegir entre una de las siguientes propuestas. A este ejercicio se puede responder con un texto de cualquier tipo: narrativa, poesía, aforismo, ensayo, ͚ etc. 
Libertad absoluta, no relativa.



lunes, 4 de noviembre de 2013

Olivia Ardey.


http://oliviaardey.blogspot.com.es/
 Detrás del abanico
 Fans de Olivia que se desplazaron desde su lugar de origen para este encuentro
 Olivia Ardey con Pasqual Mas y Rosario Raro
 Autores participantes en el Taller de Escritura de la Uji
 Asistentes
 Presentes
Sonrientes

Novelar bajo dardos enamorados
Olivia Ardey es una de las novelistas del género romántico más exitosas de hoy en día. De sus cinco novelas, comentamos Dama de Tréboles (La esfera de los libros, Madrid, 2009), Delicias y secretos en Manhattan (Éride, Madrid, 2001) y Regálame París (Versátil, Barcelona, 2013) como muestra de cómo convertir renglones en flechas encendidas de amor.

A juzgar por las nuevas editoriales y colecciones, la novela romántica hace años que ha despertado gracias a haber dejado atrás el rancio comportamiento de unos personajes empolvados como estantiguas. La novela romántica de hoy responde al mundo moderno con sueños «realizables» en nuestro día a día. Los protagonistas de estas nuevas entregas conducen utilitarios, viajan en lowcost o cabalgan una motocicleta; eso sí, de cilindrada vitaminada. Pero también tienen infancias difíciles, madres con alzheimer, acuden a reuniones de tuppersex y sufren los zarpazos del desempleo: el protagonista tipo de la novela romántica actual es nuestro vecino o nuestra vecina embarcados en una aventura que el lector sabe que acabará bien.

Contamos con buenas escritoras ¾a menudo adargadas tras pseudónimos¾ que se han lanzado a este modelo narrativo y que, dispuestas a no complicarle la vida al lector, se emplean en estructuras lineales ¾a veces en paralelo, como en Dama de Tréboles¾, en mecanismos de técnica narrativa sencillos y en guiños intelectuales fácilmente reconocibles. Sin embargo, en ocasiones no se puede huir de la necesidad de solucionar problemas como, por ejemplo, Olivia Ardey en Regálame París, cuando se ve en la necesidad de transcribir el diálogo entre dos hermanas ¾una de ellas sordomuda¾ en lengua de signos (RP: 126). Por cierto, que la misma obra recurre a los títulos de películas para identificar cada uno de los capítulos, lo que prepara al lector ante los hechos que se va a encontrar; aunque ya en Drama de Tréboles se destapa con la paráfrasis de una frase de El Padrino: “tengo una propuesta para usted que no podrá rechazar” (DT: 14). Todos estos recursos evidencian un proceso de escritura reflexivo equiparable al de cualquier obra literaria, aunque en esta ocasión sea el tema y el final climático lo que la caracterice.
En la novela romántica de Olivia Ardey la mujer pasa al terreno activo y es la que conquista, la que echa mano del juego erótico no solo para conseguir al hombre sino también para ponerlo a prueba, llevándoselo a un club de intercambio de parejas (RP) ¾lo que introduce esta narración en el género chick-lit¾, o enfrentándose a las decisiones de su marido y demostrando sus habilidades montando a caballo o lanzando cuchillos (DT: 109).
También es de reseñar cómo Olivia Ardey toma riesgos temáticos, sobre todo en Dama de Tréboles. Si fuera esperable ubicar un encuentro amoroso en París (RP) o en Nueva York (DSM), desconcierta que la escritora traslade la acción de la obra al lejano Oeste de finales del siglo XIX y, no obstante, consiga su mejor obra, con aires de Mark Twain. El atrevimiento va más allá al trenzar dos líneas argumentales: una, la principal, con un triángulo amoroso y otra, la subsidiaria ¾semejante a «La Gitanilla» cervantina¾, con una investigación en marcha, las cuales habrán de cruzarse (DT: 297), aunque cada una tenga su propio clímax (DT: 248 y 345) y se nos reserve una coda que prolonga con misterio e interés el verdadero final de la novela.
En Delicias y secretos en Manhattan, al igual que hiciera en Dama de tréboles, sitúa la acción en América y en el pasado, esta vez en el Boston y el Manhattan de los años veinte: Ley Seca, personajes de mundos diferentes, hotel de nombre siciliano y un destino que a pesar de todas las intrigas y los peligros habrá de cumplirse.
Por último, un dato más que demuestra la reflexión previa a la escritura se muestra en cómo adapta la Historia a la historia de la novela, falsificando fechas para favorecer la argumentación y dar prevalencia a la literatura, un auténtico dilema que se resuelve favoreciendo la verosimilitud frente a la realidad: todo un reto. Y ello, en Dama de tréboles se hace patente al correr las fechas de la construcción de un edificio o de la presencia de una funámbula: la novela gana siempre y los lectores, en el caso de Olivia Ardey, saben apreciarlo.

PASQUAL MAS I USÓ
FIN DE SEMANA EN INDIAN CREEK

Hubo un austriaco que nació en la misma época en la que el rancho de los Gallagher recuperaba su fulgor. Fue Ludwig Wittgenstein quien además de edificar todo un sistema filosófico le construyó a su hermana “una casa de una gran belleza espiritual”, que fundamentaba sus proporciones perfectas en la pureza y la claridad.
Con la mansión en la que he pasado el fin de semana sucede lo mismo: tiene un tejado a dos aguas -rojo escarlata por un lado ybeige por el otro- que sin embargo, no me ha guarecido del aguacero que convertía mis pómulos en un tobogán acuático cuando he sabido que Will Iktomi se reencontró después de ocho años con Linette-Estrella- o los Gallagher decidieron pagarle a su sobrino Joseph la carrera de medicina. Ambas noticias me erizaron el alma porque vivía con ellos cuando esto sucedió. Aunque pude quedarme mucho más tiempo allí, en cuanto estuve sola me recorrí la vivienda entera: desde el porche hasta el desván y ahora ya viajo de regreso a casa a lomos del ferrocarril de la Union Pacific donde escribo esta carta.

     La vida es el arte del encuentro y por eso estoy encantada de haber conocido a Matt, a Emma y a todos los demás que me han concedido el privilegio de compartir con ellos todas las emociones artísticas y majestuosas que germinaron de un naipe con tréboles pero de cuatro hojas: esperanza, fe, amor y suerte es lo que hay en la novela y a la vez lo que como talismán transmite.

     Incluso a la otra Emma, a la hija de Flaubert, la historia de Ethan y Linette le hubiera aumentado la cordura y alejado de la enajenación porque estas 365 páginas alienan pero por su realidad. Desde Kiowa Crossing hasta Denver despliegan un mapa de la ternura o carte du tendre pays de espejos -donde reconocerse completamente- pero sin espejismos.

     Si fuera capaz, te hubiera escrito las dos páginas que le faltaban a aquella novela que leíste. Tú crees que se perdieron, que se desencolaron porque estaban mal cosidas, pero están guardadas dentro de una caja de música, junto a la bolsa en forma de tortuga del reloj con las iniciales grabadas y varias fotografías.

     E inevitablemente, porque es una cita de Madame Bovary: “La palabra humana es como una caldera rota en la que tocamos melodías para que bailen los ojos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas".

     En este caso, Olivia, has conseguido ambas cosas: que nos bailen los ojos y conmover a las estrellas.

Rosario Raro

viernes, 1 de noviembre de 2013

NUEVO EJERCICIO

Escritura de un texto de extensión, manera, modo, tono, etc. libre basado en una -o varias combinadas- de las siguientes y sorprendentes propuestas:
1. Hallan los restos de Ricardo III de Inglaterra, el último rey de la familia Plantagenet, en un parking de Leicester.
Más información:

2. Un cazador encuentra en Alcaine, provincia de Teruel, un mensaje atado en un globo procedente de una boda en la región francesa de Aquitania.

3. El DNI del pastafari.