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Curso 2016/17

jueves, 27 de abril de 2017

Decimoséptimo Ejercicio. Continuar este relato de la escritora Elena Casero



UN MAL EJEMPLO

Lleva varios días colgado de los hilos del tendedero, bamboleándose como una vela vieja. Menos mal que es invierno y el frío conserva. Lo malo va a ser cuando llueva, que nos va a poner la ropa perdida con el goteo de sus humores.
Elena Casero


CONTINUACIONES DEL RELATO 
Alfredo Fornas
[días] 
Siempre he considerado que hacer "balconing" en temporada baja es una mala idea. 
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[días] 
Todos los años nos encontramos con la misma estampa. Hablaré con el Ayuntamiento para que cambie la ubicación del maldito Certamen Internacional de Balconing.
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[días] 
Desde que atracó el banco, vivió recluido en su casa, sin necesidad de trabajar más. Se sumergía en las redes sociales, foros y páginas de Internet durante horas. En este entorno virtual se dedicaba a difamar e insultar por puro placer, por puro odio. Un día notó que su corazón se empezaba a pudrir, pero no le importó porque no sentía amor por nadie. La ponzoña se fue extendiendo por todo su cuerpo, pero no tenía tiempo. Al cabo de unos días, todo su cuerpo supuraba y eso le preocupó, porque el ratón del ordenador le resbalaba y con la lengua hinchada y llena de gusanos no podía hablar por teléfono para pedir pizzas a domicilio. Decidió orearse y se colgó del tendedero para secarse la pus, como la ropa mojada, pero aquella fue su última mala decisión. ¿Donde están los cuervos cuando se los necesita?
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Juana Aucejo
Ya no gotea, nadie se percata, pero poco a poco la trama del tejido ha desaparecido. Diríase que no queda nada, sin embargo, con ojo sensible, a contraluz, se puede percibir en su hueco una etérea cortina que varía su aura según el tiempo. Ha sido su castigo eterno. 
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Mayte Mira
A lo lejos se oyen los primeros truenos, presagiando la temida tormenta. Un viento que levanta hojas y anuncia lo que tanto temíamos, arrecia por momentos. Más nos vale recoger el manuscrito tendido a secar, pues por mucho que se airee, no nos va a traer respuestas. 
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Ana Expósito
Nadie lo echa de menos, nadie nota su falta. Pasan los días, y tras el crudo invierno, llega la primavera. Ahora no lo conservará el frío, y el rocío de la mañana lo impregnará con su frescura. Tal vez, en ese momento, alguien se percate de su ausencia. Lo buscará por doquier, y recordará que lo dejó olvidado, tendido en los perennes hilos del tendedero. Él seguirá allí colgado y bien conservado, gracias al frío, pero a la vez impregnado por una fresca fragancia primaveral, que nos recuerda que a veces, vale la pena airear y olvidarse de los problemas, dejar pasar el invierno para que florezca la primavera.
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La mujer del pescador 
Jordi Viola Giner
¡Solo faltaría eso! A buena hora se le ocurrió a mi esposo salir a pescar tiburones. Vale que lleva tiempo diciendo que debemos hacer algo para salir a flote de la situación económica en que nos encontramos y, que pescando sardinas nunca lo vamos a lograr. Pero eso de asociarse con un chino que tiene un restaurante en la ciudad y venderle las aletas del bicho para hacer sopa o los lomos para el sushi, no me parece una buena idea. Podría al menos habérmelo consultado. Para él todo es fácil, llega a casa, me trae el tiburón, lo cuelga y ¡hala! apáñate como puedas, que a mí me toca sacarle la piel, las entrañas, descuartizarlo y, lo peor de todo, soportar los desagradables efluvios que desprenden esos solicitados apéndices para el sopicaldo. No los aguanto más. Me disgusta que en este pequeño pueblo de pescadores me señalen como la apestada. Al menos las sardinas te permitían oler igual que todo el mundo.
                                                                            
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Eva Santafé Pejo
Eso pensó con ironía amarga el joven, cuando descubrió el cadáver. Tenía en mente el comienzo de una novela. 
De reojo había visto un reguero fino de sangre, apenas un rastro, que conducía a la parte trasera de una casa abandonada. Sabía que podía ser peligroso, pero su curiosidad venció y tuvo que seguirlo. Pese a la expectación, notó que la escena no le impresionaba. Allí vio lo que había esperado, un cuerpo inerte y pálido, que estaba amarrado al robusto poste de un tendedero. Tenía algo extraño; a la altura de su abdomen se veía un gran agujero negruzco, como si estuviera empezando a descomponerse por esa zona. Pero la putrefacción no removía tan rápidamente las vísceras. El joven tuvo que tragar saliva y hacer fuerza para no vomitar, porque lo peor eran sus órganos, colgados con pinzas a lo largo de los hilos, como una escamosa exposición de anatomía humana. Entonces decidió acercarse con pasos suaves al cadáver. Quizá pudiera identificarlo. Y cuando se encontraba a escasos centímetros del rostro, sintió una sensación gélida subiéndole por la columna vertebral. Se hizo un profundo silencio, y quiso reírse de sí mismo (“¿qué clase de paranoico estoy hecho? Lo muertos no muerden”) pero no sintió nada más cuando el cadáver abrió sus podridas fauces, que salieron disparadas hacia su cuello, y lo partieron en dos.
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Leonor Pla
Eso pensé al ver los primeros polluelos salir de su despanzurrada tripa de paja. ¿Dónde se ha visto un espantapájaros que haga las veces de nido? 
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No sé cómo los finos cables pueden soportar el peso de este mamut congelado. Deseo que tras su deshielo eche a andar hacia el polo. Lo seguiría sin dudar, después de tantas jornadas juntos, le he cogido cariño. 
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Pero no me importa, la visión de decenas de mariposas multicolores compensará seguro las molestias de la pegajosa crisálida gigante. 
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::  Aunque por otro lado, el hollín que desprende esta itinerante chimenea voladora me tiñe la colada dibujando formas graciosísimas.

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"Cuestionario básico" en la página Cierta Distancia de Miguel Sanfeliu

lunes, 24 de abril de 2017

Amelia Díaz Benlliure. Una historia no contada. Parnass Ediciones, Barcelona, 2017.



Amelia Díaz Benlliure 
Una historia no contada 

Parnass Ediciones, Barcelona, 2017. 

El tercer poemario de Amelia Díaz Benlliure aborda la cotidianidad del desaprendizaje a causa de la degeneración neuronal en la senectud. El poemario constituye un testimonio de cómo se niebla y desaparece el anclaje con la realidad a causa de la pérdida de la capacidad lingüística. Tras el asedio al sentimiento de marginalidad en Manual para entender las distancias (2011) y el reto compositivo especular de Tuya es la voz (2013), en esta ocasión Amelia Díaz Benlliure “narra” una vivencia que, como una enfermedad que acelera el cumplimento del futuro, es compartida hoy en día por muchos y en no pocos casos permanece adargada tras los tabúes del silencio. Nada es tan auténtico como asistir a ver la realidad desapareciendo porque las palabras no son capaces de nombrarla, ni siquiera estas acuden a la boca para convocar la magia del lenguaje. Lo que no puede ser nombrado se borra de nuestra visión —“¿Dónde se esconden los recuerdos…?”, se pregunta—, porque vemos con las palabras y sí, hay cegueras que nos condenan al mutismo de una clausura sobrevenida. 

 La poesía de Amelia Díaz Benlliure atestigua el silencio: su llegada, su conquista, su estrategia para sepultar en vida a quien le acecha. La poetisa es testigo de todo ello y no rehúye el pudor de enfrentarse a la situación a pesar del parentesco sanguíneo que la une con el “personaje” que protagoniza la “tragedia”: “Mi madre duerme y es una niña”. ¿Cómo vencer a un destino que nos deteriora y cuyo límite es la aniquilación? No hay respuesta. Y no porque esta no se pueda intuir, sino porque el tiempo devora las palabras y ni la luz amarilla de los ojos es capaz de convocar un sortilegio que nos arranque de las fauces de un presagio que todo lo nubla. 

 Poco a poco, el tiempo convierte a los hijos en cuidadores de sus padres inmersos en una regresión tiránica que les vence. De ahí que Amelia Díaz se lamente y reproche al pasado no haberla preparado para lo que le podía caer encima. La queja se centra en su madre: 

Que te volviste mi niña en una historia no contada, 
que en mis noches infantiles olvidaste prepararme para ser tu madre, madre. 

 Y en este mensaje enfrenta al “madre”/personaje con el “madre”/vocativo; la primera no habló cuando pudo –enmudecida por la imposibilidad de acertar el futuro—, la segunda no contesta ahora —cercenada la palabra por la decadencia neuronal. 

 Afirma Benedetti que el futuro está “cargado de memoria”, pero, ¿qué ocurre cuando esta es silenciada? Nada queda sino un regreso paulatino a lo que fuimos, a la niñez incluso, aquella en la que los esfínteres eludían la disciplina de la domesticación. “Regresión”, lo llaman las modernas polianteas: y no es más que silencio. 

Amelia Díaz Benlliure se adentra en un lenguaje cercano al de la “mística”, pero laica, naufragando en el proceso de lo inefable. Allí donde Juan de la Cruz no encuentra palabras para comunicar una unión navegable en la deidad, Amelia rema en un desierto gobernado por la ausencia de palabras que expresen una filiación que une tanto que convierte a la hija en madre, en madre de la que fue su propia madre. San Juan ve en la fusión Dios/alma lo que aquí es madre/hija, y si en el santo el alma es hija de Dios que regresa a Él, aquí ocurre otro tanto, aunque instalándose en lo terrenal, claro. Ambos procesos, tras la nebulosa “gris” del desaprendizaje, del alejarse del lenguaje, acaban en una unión que es un regreso, aunque uno se “venda” como gozoso —un éxtasis— y el otro como una claudicación —un descenso infernal— que cierra un círculo. 

PASQUAL MAS

Más información sobre este libro y la autora:

lunes, 3 de abril de 2017

Paloma Catalán, alumna del Taller de Escritura de la Uji, gana el concurso semanal de microrrelatos de Radio Castellón.



Centró su esfuerzo 

Centró su esfuerzo en las diminutas letras negras que tenía delante. Si se concentraba lo suficiente podría conseguirlo. Tan solo necesitaba unos segundos más y todo habría terminado. Sabía que podía hacerlo. Sulfato de sodio, ácido glicólico, parabenos. Ya casi lo tenía, un poco más de esfuerzo… ¡Sí! Ya estaba. Volvió a dejar el champú sobre el plato de ducha y tiró de la cadena.

 Audio del programa

sábado, 1 de abril de 2017

Decimosexto Ejercicio. PLAZA MAYOR DE MADRID.


PLAZO: hasta el 15 de mayo de 2017 

EXTENSIÓN: un máximo de 100 palabras más un título que no exceda de las 10. 

TEMA: la temática del certamen girará en torno a la Plaza Mayor de Madrid con motivo de la conmemoración del cuarto centenario de su construcción. De esta forma, en los textos presentados a concurso tendrán que aparecer en al menos una ocasión las palabras “Plaza Mayor”, juntas y en ese orden. 

Se podrá presentar un máximo de dos microrrelatos. 
Más información en las BASES

Ejercicio Decimoquinto. UNA NOCHE DE VERANO

PLAZO: 24 de mayo

EXTENSIÓN: máximo 200 palabras en el cuerpo del relato, incluido el título.

TEMA:  “Una noche de verano”. 

JOSEPH NOEL PATON
Estudio para "La disputa entre Oberón y Titania" (Study for The Quarrel of Oberon and Titania, ca. 1849) 

Más información en las