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PRÓLOGO
Tú, yo, nosotros… pronombres que no cicatrizan.
Las personas son la verdadera materia (prima y última) de este libro, lo que de verdad importa: quienes somos y con quienes nos relacionamos. Ese es el eje de la tradición —y la ética—humanista. Tan necesaria ahora y siempre. En ese trato, en la relación que Fabienne establece con los demás, también están incluidos los otros seres vivos que por suerte nos acompañan.
La expresión “persona humana” no es incorrecta, no es una redundancia innecesaria aunque a primera vista lo parezca, porque “persona” no incluye necesariamente “humana” en su semántica ya que también existen personas no humanas como los delfines y algunos grandes simios, los chimpancés y los orangutanes. Están fuera de duda las elevadas capacidades cognitivas e inteligencia, a veces notable, y en otras ocasiones incluso sobresaliente de estos llamados también animales. De la misma manera, y en dirección opuesta, a algunas personas les tendrían que quitar el calificativo de humano o humanas porque sus comportamientos lo desmienten. Este es nuestro mundo, nuestro ecosistema, el de los relatos de este libro.
La deixis, que en griego quiere decir señalamiento, sitúa en las coordenadas lingüísticas a las personas (también verbales), lugares, situaciones, etc. según su proximidad o lejanía respecto a quien habla, escribe e incluso piensa. Así podría decirse que en este libro hay una deixis vital: el credo de Fabienne, su declaración de principios, un ordenamiento de las circunstancias y de las acciones según la importancia precisa que les concede. Por ese motivo, en su Nota de autora llama a este libro de manera muy acertada viaje pronominal
Para mí, Fabienne y su escritura esforzada son sinónimos de disfrute, de Francia y de Lloret de Mar, de compromiso y liberación, de corazón, de sensibilidad social, de lucha, de sinceridad, de vivir sin coartadas y de mucho más.
Yo —persona verbal— también me identifico con quienes prefieren los tigres verdes y rosas como el dibujado en su relato. La sigo en su reivindicación de la creatividad, de la libertad frente a la monotonía del blanco y negro como paisaje mental.
La mayor parte de estas historias han obtenido un reconocimiento en forma de galardón literario, de publicación o ambos premios a la vez.
Yo también te doy la enhorabuena, Fabienne, Faby, por considerar que no hay causas perdidas, por borrar fronteras, por tener el alma tan grande y regalarnos un trozo de ella envuelta en estas páginas. Alors, elle.
Así es ella: pronombre tónico femenino de la tercera persona del singular que llenas de contenido, con el mejor significado posible porque eres tú y eres a la vez cada uno de nosotros, de quienes te queremos, y en consecuencia, te admiramos.
El mejor sonido de fondo de nuestra lectura sería el de una cucharilla dentro de una taza de café, mientras la tata Juani canta “Eva María se fue” a dúo con la radio. Elena con su colección de cromos de muñecas espera en la calle frente al portero inquisitivo e incluso inquisitorial. Y mamá, la merienda a las cinco y media y la niña del cuadro que nos contempla aún bajo la sombra tan personal, hecha verbo, de estas páginas de luz dorada. Ese sería el escenario perfecto, el de su relato en el que sucede todo esto. Con su escritura ha conseguido conjurar el pasado, que ese tiempo (verbal) no se pierda.
Hay una librería escondida en Puycelsi, una de las más bellas localidades de Francia, en la región del Mediodía — Pirineos, que se llama Le temps de lire, el tiempo de leer. Ese momento, el tiempo de leer Personas verbales de Fabienne Tremblé es ahora porque nos comprenderemos y reencontraremos, incluso, a nosotros mismos por muy lejos que nos tengamos.
Gracias por emocionarnos con este viaje pronominal de homenajes y denuncias necesarias. Por señalar lo importante, lo que nos hace personas, además de verbales, humanas.
Las personas son la verdadera materia (prima y última) de este libro, lo que de verdad importa: quienes somos y con quienes nos relacionamos. Ese es el eje de la tradición —y la ética—humanista. Tan necesaria ahora y siempre. En ese trato, en la relación que Fabienne establece con los demás, también están incluidos los otros seres vivos que por suerte nos acompañan.
La expresión “persona humana” no es incorrecta, no es una redundancia innecesaria aunque a primera vista lo parezca, porque “persona” no incluye necesariamente “humana” en su semántica ya que también existen personas no humanas como los delfines y algunos grandes simios, los chimpancés y los orangutanes. Están fuera de duda las elevadas capacidades cognitivas e inteligencia, a veces notable, y en otras ocasiones incluso sobresaliente de estos llamados también animales. De la misma manera, y en dirección opuesta, a algunas personas les tendrían que quitar el calificativo de humano o humanas porque sus comportamientos lo desmienten. Este es nuestro mundo, nuestro ecosistema, el de los relatos de este libro.
La deixis, que en griego quiere decir señalamiento, sitúa en las coordenadas lingüísticas a las personas (también verbales), lugares, situaciones, etc. según su proximidad o lejanía respecto a quien habla, escribe e incluso piensa. Así podría decirse que en este libro hay una deixis vital: el credo de Fabienne, su declaración de principios, un ordenamiento de las circunstancias y de las acciones según la importancia precisa que les concede. Por ese motivo, en su Nota de autora llama a este libro de manera muy acertada viaje pronominal
Para mí, Fabienne y su escritura esforzada son sinónimos de disfrute, de Francia y de Lloret de Mar, de compromiso y liberación, de corazón, de sensibilidad social, de lucha, de sinceridad, de vivir sin coartadas y de mucho más.
Yo —persona verbal— también me identifico con quienes prefieren los tigres verdes y rosas como el dibujado en su relato. La sigo en su reivindicación de la creatividad, de la libertad frente a la monotonía del blanco y negro como paisaje mental.
La mayor parte de estas historias han obtenido un reconocimiento en forma de galardón literario, de publicación o ambos premios a la vez.
Yo también te doy la enhorabuena, Fabienne, Faby, por considerar que no hay causas perdidas, por borrar fronteras, por tener el alma tan grande y regalarnos un trozo de ella envuelta en estas páginas. Alors, elle.
Así es ella: pronombre tónico femenino de la tercera persona del singular que llenas de contenido, con el mejor significado posible porque eres tú y eres a la vez cada uno de nosotros, de quienes te queremos, y en consecuencia, te admiramos.
«Sous le ciel de Paris
s´envole une chanson
Hum Hum…
Elle est née d’aujourd’hui
dans le cœur d’un garçon… »
(Edith Piaf – Sous le ciel de Paris)
El mejor sonido de fondo de nuestra lectura sería el de una cucharilla dentro de una taza de café, mientras la tata Juani canta “Eva María se fue” a dúo con la radio. Elena con su colección de cromos de muñecas espera en la calle frente al portero inquisitivo e incluso inquisitorial. Y mamá, la merienda a las cinco y media y la niña del cuadro que nos contempla aún bajo la sombra tan personal, hecha verbo, de estas páginas de luz dorada. Ese sería el escenario perfecto, el de su relato en el que sucede todo esto. Con su escritura ha conseguido conjurar el pasado, que ese tiempo (verbal) no se pierda.
Hay una librería escondida en Puycelsi, una de las más bellas localidades de Francia, en la región del Mediodía — Pirineos, que se llama Le temps de lire, el tiempo de leer. Ese momento, el tiempo de leer Personas verbales de Fabienne Tremblé es ahora porque nos comprenderemos y reencontraremos, incluso, a nosotros mismos por muy lejos que nos tengamos.
Gracias por emocionarnos con este viaje pronominal de homenajes y denuncias necesarias. Por señalar lo importante, lo que nos hace personas, además de verbales, humanas.
Rosario Raro.
Y:
Cómo pudiste hacerme esto a mí de Francisco Urbano.
Y además:
De nuestro siempre compañero Javier García, y además en varias lides.
Un fuerte abrazo a todos y ENHORABUENA por vuestras criaturas librescas traídas al mundo con tanto mimo.
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