Carmen Babiloni
En un pueblo del Maestrazgo ha ocurrido un acontecimiento un tanto rocambolesco. Como se sabe las comuniones en estos sitios son como una boda en miniatura. Se invita a todos los habitantes y se reserva el evento en el sitio más novedoso. Por eso se eligió Matinée, dos en uno: salón de banquetes Souvenir de día y discoteca Psicódromo de noche. Para ser modernos ya lo reservaron la víspera para poder contar con servicio de after-hours. Todo por 6.000€.
Cuando llegó la víspera de la comunión, el padre y sus amigos se fueron de cena al hipódromo y la melopea les impidió volver a casa. Decidieron esperar en Psicódromo hasta el día siguiente y así se lo anunció el anfitrión a su mujer y madre de la niña próxima a tomar la comunión.
Fue tal el folón que estos organizaron en la discoteca que incluyeron al dueño en la parranda y a éste se le olvidó preparar la comunión del día siguiente. El padre de la criatura tampoco se lo recordó.
Cuando las respectivas marujas llegaron a la comida se encontraron a todos sus hombres con tanga de leopardo, pintados, con pelucas y alternando con chicas que lo hacían mejor y más profesionalmente que ellos.
Se acabó como el rosario de la aurora: a lágrimas y a golpes.
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