sábado, 7 de noviembre de 2009
LA NU-ERA DE Mª ASUNCIÓN
(IQuer)
Fue a eso de las 6:00 de la madrugada, la discusión con mi novio Ramón fue muy fuerte y le mandé a freír espárragos, o él a mí, el caso es que me dejó tirada. La discoteca estaba a punto de cerrar y no quería irme a dormir así que llamé a Asier para decirle que su hermano me había abandonado, que me apetecía ir con él a Psicódromo.
Nunca me gustaron las discotecas after pero esta noche necesitaba respirar otros aires. Y respiré, aspire, fume y tomé pastillas de no sé cuantas formas y colores, me dejé llevar por Asier y los dos guapísimos amigos que le acompañaban. Estaba flipando, divirtiéndome muchísimo, extremadamente desinhibida y con una excitación sexual que iba en aumento. Saltaba como una posesa, tanto que de vez en cuando algún pezón se quedaba fuera, eso me lo contaron cuando desperté dos días más tarde. En este feliz estado, Asier no pudo convencerme para llevarme a casa, además, sus dos amigos me ofrecieron compañía.
No sé muy bien como ocurrió, ni como cupimos, (quizá porque dejemos toda la ropa en el compartimento de al lado), pero acabamos los tres dentro de un servicio. Después supe que mientras hacíamos del water nuestra sauna particular, la discoteca fue invadida por una peculiar comitiva. La encabezada una niña disfrazada de princesa, era Ainhoa, la hermana pequeña de Ramón y Asier que la seguían de cerca. Tras la celebración de la comunión esperaban encontrarse un salón con mesas sabrosamente adornadas y salpicadas por centros florales. En vez de eso encontraron a una banda de zombis danzando al compás de una música infernal. A los dueños del local, con la euforia del aniversario de la discoteca, se les olvidó (a mi también), que para esta mañana el after acabaría más temprano, había que celebrar la comunión de la hija de Mª Asunción.
Fue demasiado para la madre de la comunionera, que intentando contener el inminente ataque de ansiedad pidió a su Ramón que la acompañara al baño. Poco mas recuerdo de esa noche, solo flashes de placer y por supuesto la guinda de horror. La puerta del servicio se abrió bruscamente, era mi presunta futura suegra sujetada por mi novio. Cuando ella vio nuestra coreografía se le desdibujó la cara y de sus entrañas eclosionó un fuerte vómito que nos vistió a los tres, aunque solo fuese parcialmente. Nadie, ni la madre que apenas se mantenía en pié, ni nosotros que estábamos prácticamente empotrados, pudimos evitar que Ramón rompiese el lavabo con la cabeza cuando cayó desmayado, sangraba mucho.
Después de esto, y aunque pueda parecer demasiado surrealista, acabé siendo la nu-era (no-era) de esta señora. Nunca se creyó la historia de que fui una víctima, que esa noche me drogaron, que no fui consciente de lo que hacía... Tampoco mi novio (ex) quiso volver a mirarme a la cara, tal vez por el engaño ó porque tras la lesión cerebral quedó atado a aquella cutre silla de ruedas. Menos mal que mi querido Asier siempre fue mas tolerante y le dio sus apellidos al fruto de un calentón, aunque no lleve la sangre de Mª Asunción.
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