Laura Roullier.
Día 1. Este sitio huele a carne quemada, a guindilla mordida con saña, a celda de preso muerto del asco. Tengo la sensación de estar perdido en las profundidades más inexorables de la tierra, atrapado entre paredes rojizas de piedra volcánica, apenas iluminada por la lava que anhela despertar de su letargo. Los cimientos de piedra rugen y yo me hago un ovillo en un rincón, boqueando en búsqueda de un poco de aire puro.
Día 2. Me atrevo a buscar una salida, pero para mi sorpresa las paredes no son rocosas, sino viscosas y resbaladizas. Este laberinto está gobernado por las curvas, ciegas y tramposas: un paso en falso y la caída es mortal. El hedor a muerte se suma al resto de olores cuando veo el cadáver descompuesto de una vaca, rodeado por una alfombra de moscas caídas. Es el primero de una larga lista.
Día 3. La desesperación empieza a apoderarse de mí. Intento forzar una salida propinando golpes a las paredes, pero ni los puños, ni las embestidas ni las piedras más afiladas hacen efecto alguno. El resto del día, duermo.
Día 4. Hoy rezo en serio por primera vez en años. Dedico unas cinco horas al dios cristiano, otras cuatro al musulmán y unas tres a los dioses impronunciables de otras culturas. Las horas equivalen a la lejanía de los dioses respecto a mi casa. Ninguno me escucha. Hacia el final del día, empiezo a gritar.
Día 5. Realizo paseos rutinarios con el fin de mantener mi cordura. En uno de ellos, me topo con un ramo de flores chamuscadas que alguna vez fueron claveles. Las observo con más detenimiento y me fijo en que hay una pequeña nota adjunta. La leo, antes de desmayarme por última vez en el día: “Mi querida princesa, no desesperéis más porque aquí llega vuestro redentor. Tan sólo debo derrotar al dragón que os vigila y, una vez conseguido este cometido, podré ir a vuestro encuentro. Con amor, vuestro príncipe azul.”
2 comentarios:
muy original. Ojalá no hubiera sabido de antemano que iba de dragones, porque el final hubiera sido más impactante.
¡Qué imaginación! Estupendo. Felicidades.
Verónica
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