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Curso 2016/17

jueves, 19 de noviembre de 2009

UNA DECIDIDA INDECISIÓN




LEOpoldo José Trillo-Figueroa Igual


L.O. era un aficionado a la escritura que se había inscrito en un Taller para pulir su manera de expresarse por escrito. Hacía ya varias semanas que había comenzado el Taller y. èl, estaba contento porque compartía su tiempo, durante tres horas a la semana, con gente muy agradable a la que estaba conociendo y que, como él, tenía esa afición.

L.O. pensó que, RR, que eran las iniciales del nombre y apellido de su profesora, no eran una casualidad sino, más bien, una predestinación; porque ella insistía erre que erre, una y otra vez, en intentar conseguir que sus alumnos, entre los que él se encontraba, lograran escribir algo digno de ser leído. Hacia ya cinco años que RR impartía ese Taller y, por eso, no era nada raro el que tuviera un rosario de antigüos alumnos como amigos.

Todas las semanas, RR, sugería escribir, sobre un determinado tema; mediante un relato, una poesía o hasta, si querías, un aparentemente simple haikú. Ella proponía pero no exigía, lo cual, al entender de L.O., era un buen método porque él había escrito ya cuatro pequeños relatos.

Aquella semana, RR, decidió modificar los parámetros y en vez de proponer un tema concreto, decidió abrir el abanico de posibilidades a cuatro. L.O., al oírlo, pensó que aquello le gustaba porque, si había sido capaz de escribir las semanas anteriores sobre un tema determinado, ahora que eran cuatro, le sería mas sencillo el hacerlo.

Una noche, se acomodó delante de su ordenador y se dispuso a escribir sobre uno cualquiera de los temas propuestos por su profesora. Lo primero que tenía que hacer era decidir sobre cual de ellos.

Al primer tema le podría sacar partido porque debía tratar sobre un brujo que con su magia negra y contratado por una despechada mujer, estaba consiguiendo que un famoso deportista estuviera lesionado durante mucho tiempo por haber rechazado tener relaciones con aquella atractiva mujer.

El segundo, que debía tener como motivo al inventor del fusil de asalto Kalashnikov, le parecía sencillo porque tan solo tenía que escribir una crítica alegórica sobre el anti-belicismo.

El tercero debería versar sobre una supuesta teoría que parecía afirmar que los extraterrestres preferían Perú para contactar con los humanos

Y el último consistía en escribir algo sobre un enredo con unos ficticios personajes de la prensa rosa basado en hechos reales.

L.O. ya lo tenía claro. Por los cuatro caminos podía empezar a caminar. El teclado de su ordenador estaba presto a recibir las pulsaciones de sus dedos en las diferentes letras que, bien hilvanadas por su cerebro, harían ver la luz a un nuevo pequeño relato. Pero tenía que hacerlo tan solo por uno. ¿Por cual se decidía?

“Que suerte” –pensó. Como eran cuatro en casa escucharía la opinión de todos y, el tema que mas votado saliera sería sobre el que escribiría.

En ello estaba cuando llegó su hijo y, al verlo tan serio y meditabundo, le preguntó que le pasaba. Él le contó lo que sucedía y, su hijo, le dijo que escribiera sobre el primero, sobre el deportista.

No habían transcurrido ni cinco minutos, cuando oyó como se abría la puerta de la casa y las voces de su mujer y su hija que habían salido a comprar no sabía qué. Es obvio que debía estar pensativo porque, al igual que había hecho su hijo, también ellas le dijeron que estaba serio.

Lo mismo que le había contado a su hijo les dijo a ellas y… sin saber lo que había dicho su hijo; su hermana dijo que lo hiciera sobre el de la prensa rosa y su mujer que sobre los extraterrestres.

Ahora si que lo tenía complicado porque, como buenos españoles que eran, cada uno opinaba una cosa. El tiro, nunca mejor dicho, le había salido por la culata porque a él, el tema que mas gustaba, era el de la Kalashnikov y la crítica antibelicista.. Pero… si al final se decidía por el de las armas, estaba seguro que se la iban a armar.

Como si hubiera recibido un golpe en la cabeza, en ese momento, empezó a ver cuatro estrellas numeradas dando vueltas en su mente, una por cada uno de los temas.

Ahí empezó un baile de cifras y pensamientos. El 1, el 2 , el 3, el 4.No, el 2 o mejor el 3 ¿y porqué no el 4?. Pero es que… el 3…. ¡Decidido! el 4. ¡No!, mejor me decido por el 1…o por…

Recordó que también había una quinta opción. No escribir sobre ninguna de los cuatro. Pero… el quería escribir, por lo que esa opción la descartó inmediatamente.

Antes de que en su mente aparecieran nuevamente las estrellas, decidió escribir sobre los cuatro y sobre ninguno al mismo tiempo. Hete aquí que se le ocurrió una sexta opción. La sexta opción fue dejar constancia de su indecisión, de su… decidida indecisión.

16 de Noviembre de 2009

Créditos de la imagen: http://www.anthonyfernando.com/uploads/Image/indecision.jpg


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