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Curso 2016/17

miércoles, 21 de octubre de 2009

COPIA DE UN RETRATO CAPRICHOSO



IQuer

¿Dónde estará esa loca zoofílica? Seguro que está con Pluto, sé que me está engañando con él desde hace años. A Minnie no le afectó demasiado la menopausia, siguió conservando el instinto reproductor de las ratonas, ese que si no estás preñada no te deja tranquila, yo sin embargo me siento acabado, ni un encantador de serpientes conseguiría resucitarme.

Hoy día el photoshop hace milagros, la gente cree que estoy en plena forma, pero cargo con más de 80 reumáticos inviernos sobre mis costillas, estoy cansado. Cuando el tren de la vida pierde fuelle, vuelves a descubrir el paisaje que antes pasaba difuminado a tu alrededor, saboreas más el presente, como los niños, esos que me han hecho tan rico.

Será por ello que ahora reparo en el cuadro más grande del salón. Qué paradoja, lo observo cómo si Indiana Jones contemplara por primera vez el Arca de la Alianza, con la diferencia de que mi tesoro estuvo siempre aquí. Forma parte de mi infancia más remota, aunque no consigo entender porqué aparezco dibujado en un rincón de este retrato.

Este cuadro llegó incluso a marcar tendencias entre mis amigos y conocidos. Recuerdo como influyó en aquella chica tan mona, se llamaba Marlyn Monroe. Quedó prendada del corte de pelo de la niña y lo hizo suyo. Entre otras visitas también estuvo la de un chico que se enamoró del flequillo del corcel. Se hizo muy famoso, aun conservo su gorra dedicada: “Your friend Elvis”. El pobre acabo mal, al igual que Marilyn, solo espero que no haya sido a causa del cuadro, de que este no esté maldito.

Ahora, mirando a esta jovenzuela tras el prisma de la experiencia, me atrevería a decir que representa al mismo demonio con piel de cordero. Me explico; con el paso de los años he aprendido que a veces, las personas que más moralidad exigen son las que cometen los actos más atroces. De ahí que me escame el extremo puritanismo y grandeza que refleja el lienzo, como por ejemplo la amputación del miembro viril del caballito. Después está el aura santificada de la jinete, consiguiendo difuminar las nubes alrededor de su cabeza. Estos almidonados cúmulos parecen tejer un magistral velo multicolor que se pierde en el horizonte, un horizonte que se muestra curvado, hasta esférico, como una fotografía realizada con lente ojo de pez. Me parece obvio que estos detalles, junto a la talla sobredimensionada de la niña, dan un claro mensaje: “Tengo el poder sobre el cielo y la tierra” (al menos hasta donde le alcance la vista).

Pasan los días y sigo sin recordar de qué manera entré en el dichoso cuadro. Pero no quiero olvidar como salgo de él, y haciendo alarde de mi buen hacer, utilizaré este viejo oleo para prender la chimenea. Creo que así hago un gran favor al Mundo, al menos de forma simbólica. Un Mundo que no necesita más representaciones de poder, ese poder que está acabando con él, debido a personas que hacen servir su humanidad para potenciar tendencias animales. Prefiero a los animales humanizados, aunque entre nosotros también los hay corrompidos, para muestra, mi esposa.

Fdo.: Mickey Mouse

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