Páginas

Curso 2016/17

sábado, 17 de octubre de 2009

Diario personal de Segismunda Umbrales, Sra. de Correa



Rosa García Puchol

Alcalá-Meco, 14 de octubre de 2019.

He decidido comenzar a escribir mi diario. No quiero perder mis recuerdos. Aunque, a veces, se amontonan en un caos, que no se ni por donde desenredar.

Se que siempre fui especial. No se si condicionada por el nombre, o por la conjunción astral de mi nacimiento. Unos me llamaban Segis, otros me llamaban Munda, otros me llamaban “Oye tu….”. No me llamaba Angelina, Elsa, Yennyfer, o Thais. En el pueblo todos me llamaban Segismunda, y creo que fue marcando mi carácter.

Recuerdo aquellas tardes de mi niñez, sin tele, ni ordenador, sin poder jugar a la pelota, “para no parecer un chicote”, oyendo en la radio “los sabios consejos” del Consultorio de la Señorita Francis, mientras intentaba descifrar los cuhicheos de mis vecinas. Siempre conocían a alguien que le pasaba algo parecido a lo que contaban en sus cartas los oyentes de la radio. Escuchaban la respuesta de doña Elena y enseguida pasaban a poner verde a alguien, mientras la radio cantaba la canción del Cola-Cao. Hasta que doña Elena leía la próxima carta y volvía el silencio.

No se si por esta circunstancia, o por herencia de mi tía-abuela, pero siempre tuve una facilidad especial para captar el significado de los acontecimientos que ocurrían a mi alrededor, para aprovechar y “poner la antena”.

Habilidad que se incrementó con el tiempo, y las experiencias de la vida. Mis años de aprendiz de peluquera, mi conocimiento del mundo a través de las revistas del corazón, fueron mi escuela de valores. Mi capacidad de escuchar adquirida en tardes de radio, que ya era la COPE, y la lectura rigurosa del horóscopo me descubrieron mi inteligencia.

En unos años pasé a llamarme Segg´is, y conocí al amor de mi vida: Mi Paco. Nos vimos el día de aquel desfile de Hauté Coiffeur en Marbella, en que yo presentaba mis colecciones de peinados para fiesta, y tintes para rubias, combinados con el color de la decoración de los restaurantes mas “chics” del país.

Otro día me regodearé en anotar nuestros encuentros eróticos, y lo mejor de nuestro romance. Pero no quiero perder el hilo de los acontecimientos.

Esa fue una época intensa, de muchas emociones, y mucho trabajo: inauguraciones, primeras piedras, bautizos de PAIs, recalificaciones a tutti plen, decorar nuestras mansiones… bautizar los yates. Pero todos los esfuerzos valían la pena. Por entonces me operé las tetas, después me hice una liposucción, y me esculpí el cerebro. Los trajes me quedaban de maravilla. ¡¡Y además me los regalaban!!.

También me regalaban coches, Rolex de oro, y bolsos de Loewe. Y es que la gente nos quería. Yo siempre se lo decía a mi Paco: “Querido, qué suerte tenemos de tener tantos amigos”, “Nos invitan a todas las bodas, comuniones y bautizos”. No había fiesta con glamour que no contara con nosotros.

¡¡Como disfrutamos en la boda de la hija de Ana y JoséMa!! Estaban todos. Presidentes de gobierno, de comunidades autónomas, de escalera. Cantantes, banqueros, juristas, y hasta un Cardenal. Éramos unos mil. Y todos amigos nuestros. (Podría exceptuar algún presidente de escalera)

Puede ser que el respeto a la ética y la honradez no fueran los puntos fuertes de nuestros amigos. Pero tampoco hay que ser tiquis miquis. En cambio eran exquisitos. Lucían un bronceado maravilloso todo el año, tenían glamour, y ¡¡ jugaban tan bien al golf!!... Yo les admiraba por el manejo de pelotas (las del golf, y el padel).

Claro que también tenían sus defectillos: demasiada generosidad. Regalito por aquí, ofrenda para una Fundación por allá…, que si te regalo un chalecito de nada, que si unas acciones de Orange Market para la comunión del niño, para que aprenda a gestionar ahorrillos.

El caso es que hacían las cosas para bien, y después no supieron callar. Ya se sabe; a algunas personas les pierde la lengua, hablar con la boca tiesa. Entre Richard Costo, Lubasito, Borde-nas, aquel que trabajaba de tesorero, Campos, Alvarito, y unos cuantos mas empezaron a largar, a destituirse. Que si tu, que si yo…. Y así nos fue.

Desde entonces vivimos aquí, todos juntos. Las habitaciones son pequeñas, la decoración pésima, de muy mal gusto. Sin jacuzzi.

Todos los días nos hacen copiar cien veces: “No robaré”. “No aceptaré regalos ni comisiones”, “Renuncio al pijerío”

Hacemos terapia de grupo, macramé, y jugamos al Monopoly. Aquí se empeñan en que digamos la verdad, que seamos honestos. No quieren comprender que no estaríamos aquí si no hubiera sido por una macro-conspiración.

También hacemos talleres. Yo me apunté al Taller de Ballet, y estamos ensayando “El Charco de los patos”. Antes de actuar siempre me tomo unos chupitos, y después me guardo la botella en mi bolso de Loewe.

Y duermo tranquila porque, por casualidad, abrimos una cuenta para los ahorrillos en Willow Investment, en Isla de las Nieves (El Caribe), porque allí los intereses eran más altos que los de Bancaja. Y además nos regalaron una lima, y un juego de sábanas.

A veces, echo de menos el consultorio de doña Elena Francis. Me gustaría preguntarle ¿Todos estos de los regalos, eran de verdad amigos?

Cualquier parecido con alguna realidad será pura coincidencia.

1 comentario:

Rosario dijo...

Tal vez la causa de sus ínfulas de grandeza fuera el consultorio de Elena Francis.