Querido Hijo:
De tantas noches enjugándome las lágrimas con las manos, éstas ya no me huelen a sangre. Hoy hace un año que estoy aquí y he decidido, de una vez por todas, purgar los desasosiegos. Ya pagué cuarenta años de agravios, chantajes y humillaciones. Aguantaba por ti y también por él.
La Juana, una gitana que esta por drogas, me ha dejado las mallas y me ha maquillado. Asunción, una de las funcionarias, me ha rebuscado el tul de algún disfraz. El bolso es cosa mía. Lo hice con recortes de revistas del corazón, aspiraba algo de glamour en este día.
No sufras por mí. Por primera vez en mucho tiempo me siento privada de una ingente carga. Y a fin de cuentas, él también descansa.
Después de merendar, La Juana, Antonia y Susi, una cubana que también está por un crimen, me organizaron una fiesta de “cumpleañadas”, como ellas llaman a cada año que pasan aquí dentro. Te mando la foto que me hicieron.
Recibe un beso de tu madre.
Juan Carlos Núñez Mateo.
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