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Curso 2016/17

miércoles, 28 de octubre de 2009

EL OJO DE LA DISCORDIA




Pura Simón

Un tiro certero perforó el ojo produciéndole un aspecto más siniestro y lamentable si cabía. No hacía demasiado tiempo que John había conseguido su escopeta de aire comprimido, sin embargo, había adquirido ya tal práctica en su manejo que hubiera podido retarse con el más experto en cuanto a puntería se refería. De todos modos, la distancia que mediaba entre las dos terrazas no era excesiva; ambas compartían vistas a la parte arbolada de la urbanización, donde se encontraba la piscina y la zona de recreo. Realmente se trataba de un lugar muy agradable para vivir, aunque ahora adquiriera cierto aire lúgubre con todas las galerías repletas de grandes calabazas infernales, monstruos poseídos y funestas brujas a lomos de su mágica escoba. El motivo no era otro que la aproximación de la tan festejada noche de Halloween.

_¡Mami, Jonh le ha dado en el ojo al señor muerto de la casa de enfrente! _gritó el hermano pequeño para llamar la atención de su madre, que se hallaba en la cocina.

_Pero, Bill, si no es más que un repelente muñeco _aseguró el hermano mayor riendo, mientras apuntaba con su infalible rifle para volarle el otro ojo.

Ante la presencia de la madre, Bill insistía una y otra vez en que su hermano había disparado al hombre muerto de al lado. Ella, al mismo tiempo que reprendía la conducta del hermano mayor, intentaba tranquilizar al pequeño afirmando que, efectivamente, se trataba de un monigote y no dudó en censurar el mal gusto que habían tenido los vecinos colocando semejante fantoche allí a la vista de todos.

Apenas transcurrirían un par de días entre esta escena y la verificación de que aquel cuerpo, cuyos brazos colgaban de la barandilla de la terraza del segundo piso, no era de trapo ni de cartón piedra, sino que, ciertamente se trataba de un cadáver en toda regla.

Las pertinentes pesquisas que siguieron al hallazgo y la autopsia del cadáver fueron determinantes a la hora de sacar conclusiones sobre lo ocurrido. Era bastante evidente que se trataba de un intento de robo por parte de la víctima en ausencia de los inquilinos del apartamento. Éstos, a la vuelta de su viaje, habían descubierto el cadáver en su balcón tras haber encontrado la casa absolutamente revuelta. El alambre que se extendía a lo largo de la terraza para tender la ropa había sido el arma mortal. Seguramente, en un intento de huída por la azotea ante el temor a ser descubierto, hizo que el ladrón no reparara en el tenso cable situado justo a la altura de su cuello, el cual acabaría degollándolo de manera inmediata.

_Sí, parece que no hay duda de que así fue como se desarrollaron los hechos _afirmó el inspector de policía encargado de llevar el caso ante el juez que habría ordenado el levantamiento del cadáver.

_Pero, ¿y el ojo? ¿Qué explicación encuentra usted a ese ojo?

Este “detalle” supondría un impedimento para la absoluta resolución del caso, ya que generó las más diversas hipótesis, todas ellas, por cierto, bastante alejadas de la verdadera realidad.


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