jueves, 15 de octubre de 2009
MARIUSKA
Rosa Vents
Y finalmente llegó el día. El día temido por todos los humanos pero cuya llegada nadie intentó remediar. Las peores profecías del señor Orwell se hicieron realidad y el Gran Hermano dominaba las calles, las plazas, las casas y todo rincón habitado. Sólo quedaba sitio en el mundo para la producción, para el trabajo; el alma había quedado arrinconada como un juguete roto que ya a nadie le importa y las artes, los sueños, alimentos y esencia del alma, habían sido prohibidos e incluso perseguidos.
Poco a poco los artistas fueron encarcelados y, en el peor de los casos, exterminados. Condenados a la clandestinidad, los artistas nunca dejaron de creer en la magia y el poder de las artes y continuaron ejerciendo sus dones escondidos por todo el mundo. Éste era el caso de Mariuska, la bailarina rusa.
Mariuska tenía 18 años cuando aquel terrible día llegó. Ella era una de las mejores bailarinas de todos los tiempos y no quiso, ni siquiera pensó, en abandonar sus sueños, aunque el mundo se hubiera vuelto completamente loco. Con su pequeña maleta en una mano y su botella de vodka en la otra, Mariuska empezó a recorrer el mundo en busca de aquellas personas cuya alma aún necesitaba de un poco de alimento.
Pero con los años el mundo se fue resignando a vivir en esa sociedad gris, y ya no hubo sitio para la maravillosa Mariuska, la cual, durante una de sus actuaciones clandestinas, fue arrestada y encarcelada cuando aún no había cumplido los 25 años.
Han pasado días, semanas, meses y ya más tarde años, muchos años y a pesar de las torturas, a pesar de las humillaciones y de las palizas, Mariuska aún espera con su tutú rosa, su maletita y su botella de vodka vacía, a que llegue el día en el que las cosas verdaderamente importantes recobren su importancia, y poder así enseñar su arte sin miedos, en un teatro repleto de gente con los ojos centelleantes de emoción.
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