Elena Torrejoncillo
No pude resistir la tentación. Lo confieso. Dormía yo mi sueño intemporal en el reino de la fantasía, cuando la descubrí a ella. Preciosa niña, a lomos de su caballo, rodeada por sus queridas mascotas. Inmediatamente sentí deseos de ser una de ellas. Y...¿por qué no?, Yo sabía que, a veces, la fuerza de los deseos puede convertirlos en realidad.
Anhelaba permanecer para siempre junto a aquella dulce criatura, como una más de sus amadas mascotas, así que no lo dudé más. Aprovechando el ensimismamiento del pintor por dar forma a los dorados rizos del cabello infantil y, en un alarde de valor, inusual en mí, salté al cuadro. Debo decir que conté con la complicidad de un simpático gatito que se brindó a ocultarme hasta que la obra estuvo terminada y pude asomarme - ya sin disimulo- feliz por haber visto cumplido mi sueño.
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario