Kaye Saunders
-‘No pienso llevar este peso ni un momento más, nos sentamos aquí ya’, refunfuño mientras sacudía la manta para colocar encima una cesta inmensa de mimbre.
-‘A ver lo que nos ha preparado el maître’ Al abrir la cesta un tumulto de olores sabrosos le envolvía. A la vista había rico jamón, aceitunas aliñadas, una crujiente hogaza de pan y una botella bien fría de fino, pero se discernían más delicias al fondo.
-‘Salud’ con un golpe seco de codo bebió el fino.’¡Que bien comen estos españoles!’ profeso mordisqueando un trozo de queso curado.
Una vasta extensión de verde césped dominaba en suaves colinas hasta el horizonte, interrumpida ocasionalmente por encinares. Solo la silueta de toros en la lejanía delataba el paisaje andaluz.
El fino tomo efecto y ambos se reclinaron para gozar de los suaves estiramientos de nubes deshilachados flotando en un cielo azul radiante.
-‘So, Duquesa, so.....aaargh’ rompió el hechizo del entorno, mientras una figura diminuta voló por los aires aterrizando justo delante de la manta y allí se quedo postrada.
-‘Niña, niña ¿estas bien? dijo la mujer. La niña rubita de unos ocho años lentamente vuelve en si, animado por un perrito que le esta lamiendo la cara.
-‘Niña, pero ¿que haces solita por aquí? Aturdida todavía, balbucea ‘Estaba escondiéndome de mi Nanny y Duquesa se ha asustado y me he caído.’
-‘No te preocupes, enseguida te ayudamos a montar otra vez.’
-‘Gracias’ respondió la niña todavía buscando el equilibrio.
-‘Espérate, esto merece una foto de recuerdo. Mickey, tu quédate allí. Niña, luego me dices donde vives y te la mandaré.
Kaye Saunders
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