Marta Aparicio
Al parecer era muy majo. Un poco torpe y rígido al principio, pero a medida que cogía confianza y se soltaba, caía bien a todo el mundo. A su padre, a su madre, a la propia Duquesa, a sus primas... A todos, menos a mí. Yo nunca me lo tragué (aunque era lo que más deseaba).
Llegó como juguete de feria y ya nunca se marchó. Desde su aparición, empezó a acaparar la atención de los medios de comunicación e incluso vi con mis propios ojos cómo fue inmortalizado en obras de arte. Algunos hablaban de "la casualidad", pero él siempre sabía cogerse del mejor brazo y eso era algo que yo no soportaba. Toda mi vida estuve atento, pero nunca tuve la mínima oportunidad pues continuamente había alguien mirándole. Yo, muchas veces, procuraba poner cara de angelito y colocarme a su lado, pero siempre fue inútil, nunca conseguí tragármelo.
Al final creo que me afectó demasiado, recuerdo que tuve que aumentar mis sesiones de terapia en el diván, pero seguía sin poder evitarlo, era inútil luchar contra las leyes de la naturaleza. Yo sólo era un gato y me moría por comerme a ese ratón.
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