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Curso 2016/17

jueves, 29 de octubre de 2009

Querido hijo


KAYE SAUNDERS

Querido hijo Ahmed,

Ya estoy muerto y enterrado. No te tienes que preocupar por nada, he conseguido que los servicios sociales se encarguen de todo.

Te encantaría mi barrio, alborotado de tanta gente de colores, razas y religiones, el inglés apenas se habla. Incluso los vecinos son tan respetuosos que no me molestan para nada, que ni siquiera sé como se llaman.

¡Que fácil es alimentarse en este país! Pan y pan y algo para la mezcla de dentro, comes caminando o trabajando, no hace falta ni cocina, ni mesa para la comida familiar.

Incluso los sonidos son llamativos, la voz resonante cinco veces al día con timbre hipnotizante no se oye, suenan sirenas modernas varias veces a la hora.


Alucinarías con las tiendas, donde no cabe más de todo, nunca habrás visto tanta selección, te puedes gastar el salario en menos de cinco minutos y con ese fin va la gente ajetreada adquiriendo más.

El trabajo de taxista es muy entretenido a todas horas, decorado con amuletos de la suerte el taxi lleva a mucha gente distinta y me llaman todos Abu.

Yo dejé un tumultuoso Pakistán por el mundo de las oportunidades, una vida mejor. Ese trabajo tan duro ha servido para que tú como hijo mayor puedas administrar el dinero que os mando para conseguirlo: una buena educación, una buena formación un respeto para los valores morales y sobre todo fomentar una familia unida y feliz.

¡No vengáis! Disfrutad de lo que tenéis allí. De nada sirve tener una buena formación si los títulos no se convalidan. Si llevas turbante y barba la gente desconfía creyéndose con derecho a acusarte por actos ajenos. ¡Cuánto falta hace un hogar, lazos familiares, juntos celebrando nuestros ritos! Gozad de los olores de las especies en el mercadillo; regatead con el tendero; tened tiempo para disfrutar de una pipa de agua charlando sosegadamente con vecinos y amigos.

El peso de recuerdos; de juventud, paisajes, música, películas, la lectura, incluso el vestir. Apilan cada vez más sin tregua y junto con la cruel enfermedad recién diagnosticada se me hace más fácil tomar la decisión que me permite volver al rincón de lo antaño saboreado.

Considerad mi último acto como el regreso.


1 comentario:

Rosario Raro dijo...

Enseñanza sobre lo reconfortante que puede resultar "el regreso".